Las lavadoras del Real Oviedo Rugby no dan más de sí. El barro que cubre las camisetas y los pantalones de los jugadores es demasiado y a veces no hay más remedio que tirarlas a la basura. Ni el mejor jabón puede eliminar el lodo del campo del Naranco. Cada entrenamiento o cada partido en casa parece un anuncio de detergente, pero al revés. La salida al terreno de juego es el "antes" y la vuelta a los vestuarios el "después".

El club reclama la instalación de césped artificial para acabar con los problemas que genera un campo mal drenado, con capas vegetales irregulares y escaso mantenimiento. Lo que ocurre es que la petición está en el limbo. La responsabilidad de las obras de mejora no está clara y la pelota va del tejado del Principado al del Ayuntamiento. Mientras, tras cada partido se repiten las mismas imágenes.

El Gobierno regional es el propietario del terreno, mientras que la administración local construyó el campo y las gradas para abrirlo en 1996. Es decir, el Principado es el dueño y el Ayuntamiento el usufructuario. Años después de la inauguración, ambas Administraciones -entonces gobernadas por Sergio Marqués y Gabino de Lorenzo respectivamente- pactaron que el campo fuese cedido al municipio, pero desencuentros políticos impidieron hacerlo y la ambigua situación del campo del Oviedo Rugby persiste hasta hoy. También persiste, sin solución, la solución a los problemas del campo.

"Es terrible cómo está el campo cuando llueve, especialmente en invierno. Por allí pasan más de 250 jugadores cada semana. Los más pequeños tienen seis años. No se puede olvidar que también somos una escuela y tenemos 140 niños". El presidente del Real Oviedo Rugby, Francisco Baruque, explica que el equipo acaba de tomar una decisión de urgencia para librar del fango a los menores. El club ha alquilado con dinero propio las instalaciones deportivas de La Fresneda los viernes, de forma que los críos entrenan allí ese día. Además, los chicos de la categoría senior empezarán esta semana a entrenar los miércoles en el complejo de La Pixarra gracias a una cesión del Ayuntamiento.

"Aquí la mayor parte de lo que conseguimos es a base de esfuerzo personal, como los partidos", comenta Baruque para, a renglón seguido, explicar que las tareas de asfaltado de parte del entorno del campo de rugby del Naranco corrieron a cuenta del equipo. Otro del los logros del Real Oviedo Rugby ha sido la instalación de una caseta que hace las veces de bar y almacén. Construcciones Arboleya la donó "motu proprio" al ver la precaria situación del campo del Naranco. Así, otro de los objetivos a corto plazo del equipo es conseguir una caseta más en la que instalar los vestuarios de las niñas. "No tienen dónde cambiarse o ducharse y de momento usan los vestuarios de los árbitros", explica el presidente.

El partido del domingo contra el Burgos (UBU Colina) fue una de las últimas demostraciones del lamentable estado del campo, que más que un césped parece un lodazal y dejó a los jugadores irreconocibles. Para el médico Jaime Martínez, presidente de la Ópera de Oviedo y expresidente del Real Oviedo Rugby, "no hay derecho a que los chavales se dejen la piel y tengan un terreno en esas condiciones que encima va a peor. Ya es hora de que el Principado y el Ayuntamiento limen asperezas para arreglarlo". Una de las últimas actuaciones conjuntas de las dos Administraciones en el campo del Naranco fue hace tres años para construir una escollera y una grada que se había dañado en un derrumbe del terreno.

Más allá del césped artificial, los vestuarios y el mantenimiento, el club reclama una solución definitiva que pasaría por tener dos campos; uno para entrenar y otro para las competiciones.