Era 25 de septiembre del año 1999 cuando Joan Murray, una ejecutiva de banca de Carolina de Norte adicta a la adrenalina, cayó desde una altura de 4.500 metros mientras hacía paracaidismo y logró sobrevivir gracias a un montículo de hormigas de fuego sobre el que se precipitó.

No todos los días se conocen casos de supervivencia en accidentes de paracaidismo como el de esta mujer. Y es precisamente por este motivo, y a raíz de una reciente entrevista con la revista digital skydiving, que su historia ha trascendido a la actualidad.

Antes del accidente, Joan había estado practicando paracaidismo en una treintena de saltos para ganar experiencia antes de saltar sola. Una vez obtenida su licencia, Murray decidió lanzarse a 4.500 metros de altura en caída libre, una modalidad en la que no se abre el paracaídas hasta llegar al límite. Ella confiaba en su habilidad, pero jamás contó con que el paracaídas principal fallara como lo hizo.

Al darse cuenta de que se encontraba en una situación desesperada y precipitándose al suelo a más de 130 kilómetros por hora, Murray tuvo que pensar en algo rápido para salvar su vida. El paracaídas de reserva era la solución, pero para cuando quiso activarlo se encontraba a tan solo 200 metros del suelo. El miedo y el pánico hicieron que no tomara las medidas pertinentes y terminó girando y girando, impidiendo, así, que el paracaídas secundario se desplegara por completo.

Joan Murray terminó sobre un montículo de hormigas de fuego como consecuencia de un aterrizaje forzoso. Como dato a saber, una colonia de hormigas de fuego tiene forma de cúpula y está conformada por más de 250.000 integrantes. Tan sólo la picadura de una de ellas puede resultar muy dolorosa y, en determinados casos, su veneno puede causar la muerte.

La caída provocó en Joan daños graves en la parte derecha de su cuerpo. Además, recibió la picadura de 200 hormigas de fuego. Así lo confirmaron los médicos del hospital cuando recibieron su urgencia, tras la caída. Sin embargo, gracias a esas picaduras, Joan pudo salvar su vida.

Los médicos determinaron que esas picaduras le provocaron una especie de descarga de adrenalina, que estimularon sus nervios y mantuvieron en funcionamiento los latidos de su corazón el tiempo suficiente como para mantenerla con vida hasta que llegase la ayuda médica.

Joan Murray estuvo en coma dos semanas después del accidente y logró sobrevivir.

Dos años después, contó para Skydiving que volvió a saltar y desde entonces no ha parado. Sin embargo, dice que ahora se toma la vida más en serio. "He aprendido a tomarme tiempo para las cosas importantes en la vida. Digo 'te quiero' y 'gracias' mucho más desde esta experiencia".