El otro día decía mi neurona preguntona que la postura de Salvo respecto a Djukic debe servirnos a todos para empezar de cero, incluidos los periodistas. Y no he tenido más remedio que estar unos días dándole vueltas a ese concepto. En lo que a Djukic se refiere los valencianistas tenemos algunas cosas claras y se pueden resumir en esta: visto lo visto, Amadeo Salvo solo lo tirará cuando no haya más remedio. Por poco que pueda, por fino que sea el argumento que le quede a su favor, el presidente mantendrá a Djukic en el cargo. Es su decisión y ahí es donde debemos empezar de cero, los aficionados y los periodistas, o al menos los periodistas que nos importa algo esto, y no oportunistas ansiosos de poder. He sido muy crítico con Djukic y no me arrepiento pero ahora me encuentro a un presidente que no quiere tirarlo no seré yo quien se lo pida cada día a no ser que el equipo vuelva a las andadas. Es una cuestión de principios como periodista y como valencianista.

La realidad

Así que Así que repito lo que tantas veces he escrito al respecto; le daré a Djukic tantas oportunidades como le dé el Valencia, sus aficionados y el fútbol, pero que quede una cosa muy clara, en estos momentos, el entrenador del Valencia está en manos de los jugadores, y lo está por culpa suya. Por mucho que crea el presidente que él decide, que tenga claro que el entrenador está en manos de los jugadores.

El Villarreal y Vezo

Vale que Rúben Vezo llega bajo el estigma de Braulio y que para muchos es suficiente argumento como para criticarlo, pero seamos coherentes sea por una vez y esperemos por lo menos a que parezca malo para decir que es malo. Lo dijo ayer César Izquierdo en el SUPERMURCIÉLAGO, «si esta operación la hace el Villarreal todo el mundo la aplaudiría...». Y tiene razón.

Que viva la rumba

Me gusta pensar que el tipo que compra este periódico cada día o que lo compra cuando le da la gana no lo hace para que salga uno con una guitarra y le cuente sus penas. Si acaso, soportará que de vez en cuando le diga que le fastidian y amargan la vida las derrotas del Valencia casi tanto como a él, pero las penas del periodista no son las penas de la gente. Así que me limitaré a decir que me gusta mucho ser periodista porque me permite contarle a la gente lo que pienso. Con eso me sobra, así que, «ara que fa mal oratge, la rumba del reciclatge...». Dicen que la música no morirá mientras haya alguien que haga canciones, pues mientras haya periodistas, habrá periodismo.

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