Perder en Lyon es la nada. Empatar es otra cosa, pero perder es la nada. Es estar todo un año remando como loco para morir con cara de bobo en la orilla sin haber saboreado más que la pequeña gloria de estar en Champions después de eliminar al Mónaco en la previa. Si fuera futbolista del Valencia hoy estaría deseando que empezara el partido porque habría soñado tantas veces con un momento así que mis apenas 160 centímetros serían adrenalina pura. Pero menos mal que no soy jugador del Valencia porque no solo de adrenalina vive el fútbol y porque con 158 centímetros no se va a ningún sitio en la Champions.

Ser bajito y tener mala idea sí ´aprofita´ en cambio para el periodismo, o mejor dicho, sí sirve para ´arrejuntar cuatro letras´, así que asumo el riesgo de hacer el ridículo porque en este oficio conviene mojarse aunque solo sea de vez en cuando. Pues eso, que pasado el subidón de la victoria, todos tenemos la conciencia de que el juego del Valencia es pobre, y que si le ganó al Granada fue desde el conjunto de individualidades que ese día se empeñaron en ganar; los jugadores dijeron «hoy tenemos que ganar por narices», y por narices ganaron, pero no por juego colectivo. Llegados a este punto, tengo una forma de verlo en positivo, y ahí es donde corro el riesgo de hacer el ridículo. Como yo lo veo, si este equipo tiene salvación es desde ese punto de partida, es decir, no volverá a ser un equipo con las ideas claras en lo colecitvo si los jugadores no quieren. Que el entrenador acierte más que falle también ayuda „nótese la ironía„, pero es imprescindible que cuando los jugadores lo den todo la recompensa sea la victoria.

A día de hoy no dudo de que los futbolistas quieran porque porque los vi correr el viernes en Mestalla y porque se acabaron las posturas. Los últimos jugadores que han hablado en público han hecho un ejercicio de respeto y humildad que cabe interpretar como el germen de un renacimiento aunque admito que tal vez sean mis ganas de que la cosa funcione. Sea lo que sea, espero que las palabras de tipos como Javi Fuego, Enzo Pérez o Negredo „futbolistas con verdadero peso entre los compañeros„ sirvan para espantar la crisis. Dicho esto, es pronto para ponerse épicos y escribir sobre un partido de fútbol como si fuera la gran batalla de los Campos del Pelennor en la que los Nazgûl, que eran una especie de dragones voladores muy malos, atacaron la ciudad de Minas Tirith, que era algo así como ´la indestructible´. Quiero decir que no es plan de hacer pensar a la gente que estamos en la Tierra Media y que si perdemos esta noche las tinieblas de Mordor invadirán Mestalla, pero si no nos tomamos el partido en serio la crisis de la semana pasada está a la vuelta de la esquina. Eso seguro.

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