E l fútbol te lleva donde no te lleva nadie más allá de la familia y la amistad. Terminó el partido del Valencia ane la UD Las Palmas y cuando en la redacción del periódico rematábamos la edición de papel de ayer sábado, volví a darle otro vistazo a tuitter. Se pueden imaginar cómo estaba la cosa en las redes sociales. Alegría y alegría. Y no era para menos, acababa de terminar un viernes con dos fichajes oficializados y uno a falta de rematar. Y lo más importante, con victoria.

Teniendo en cuenta de dónde venía el Valencia, el jolgorio estaba más que justificado y bien que hacía el personal en saborear el momento y dejarse llevar pensando que tal vez este año sí, y que a lo mejor lo de pedirle insistentemente a Peter Lim que pusiera a gente de fútbol al frente del club y no ´amigachos´ ha tenido efecto, y de la mano de Marcelino y Alemany el Valencia comience una lenta pero ilusionante reconstrucción. Otra vez dispuesto a resurgir€

Y de repente apareció la foto. No podía dejar de mirarla. Y volvió a mi mente uno de los momentos más emocionantes que he vivido jamás como valencianista. Acabábamos de ganar la Liga en 2002 con aquel salto imperial de Fabián Ayala en Málaga que terminó en gol y con aquel inolvidable gesto del argentino pidiendo calma al enloquecido banquillo valencianista mientras Rufete lo agarraba del cuello. Y recuerdo como si fuera hoy mismo que a los pocos días bajé al bar de mi madre una mañana y sobre la barra estaba la portada. No la olvidaré jamás. Era del diario Levante-EMV y en ella había la fotografía de una lápida con una bufanda del Valencia y un discreto cartel que ponía «Ha ganado la Liga tu Valencia, felicidades Papျ. Y mientras escribo esto, saco del disco duro una reflexión que me hizo Paco Lluís, cantante de Bajoqueta Rock, «Carlos, el fútbol és com el rock and roll, si te atrapa no t´amolla», y eso me pasa, que esa imagen todavía me tiene atrapado, no me deja. Es como aquella inolvidable sensación que recorrió mi cuerpo en un pub de Jérica al escuchar por primera vez Extremoduro, tampoco me suelta. Y mientas escribo esto mi cuerpo se estremece al recordar aquella bufanda en una lápida del cementerio de Catarroja y ese sincero y simple «ha ganado la Liga tu Valencia, felicidades Papá». Y me acordé de mi padre que se fue cuando yo tenía 13 años y de la primera vez que me llevó a Mestalla. Y lloré como lo estoy haciendo ahora con la mirada fija en la pantalla del ordenador sin saber exactamente por qué.

Y como lloré tímidamente al ver la foto en tuitter después de la victoria del Valencia ante la UD Las Palmas. Él se llama Jorge y se acordó de que Adelaida ya no estaba. El pasado viernes por la noche no fueron juntos a Mestalla. Ella marchó para siempre hace unos meses y su homenaje me rompió el alma€ ya saben, el fútbol te lleva donde no te lleva nadie. «Sense ella Mestalla no será lo mateix€ Gràcies mare! Amunt Valencia SEMPRE!!». Y la foto. La foto sobre la silla de Mestalla en que Adelaida estuvo sentada cada domingo durante tantos años y sobre ella un discreto cartel con la imagen de su madre y un rótulo «AMUNT Adelaida Sempre». Ese fue el homenaje de Jorge.

«Carlos», me dice, «ella nos ha llevado a Mestalla desde toda la vida. Era la persona que siempre buscaba para comentar el partido. Ha sido muy feliz con los triunfos del Valencia pero se fue hace dos meses y era la primera vez que volvíamos a Mestalla desde entonces. Ese estadio era como su casa€ ya no será lo mismo». Y me cuenta cómo hicieron para llevársela a la final de Copa en el Vicente Calderón ante el Getafe con la Penya Valencianista Les Alfàbegues de Bétera, «si se lo hubiéramos dicho directamente no habría querido ir€ la medio engañamos. Tiempo después me confesó que lo pasó como en la vida con las senyeras por Madrid, las tracas y rodeada de valencianistas€». Cantó el gol de Zaza, seguro, le dije yo.

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