Ponerle puertas al campo es como mear contra el viento, y querer que los valencianistas no pasen la noche soñando con la posibilidad, por remota que sea, de que el Valencia pueda ganar la Liga es, literalmente, robarle al fútbol todo su encanto. Si le quitamos esos momentos íntimos, nos queda otra cosa, un deporte que puede gustarte más o menos, pero un deporte al fin y al cabo. Y el fútbol es mucho más que eso y como muestra, la confesión que me hizo hace unos días Moisés: «Carlos, me he emocionado con la entrevista al Piojo, y tiene razón en lo que dice, este año Mestalla canta los goles de otra manera... como antes. Esta mañana me ha despertado mi hijo y me ha dicho ´Papá, el Valencia con Marcelino siempre gana ¿eh?´, tiene seis años y no sabía qué decirle...».

Tampoco yo habría sabido reaccionar ante tan tierno instante, pero ya más frío, no puedo olvidar a Salva que cada mañana envía el mismo mensaje: «Pero por qué tenemos que perder un partido?». Y no crean, que soy el primero que tiene miedo a escribir abiertamente que el Valencia es candidato a la Liga porque me encuentro tan cómodo en eso de pensar partido a partido, que me conformo con saborear el momento y con él las declaraciones de Marcelino, preñadas de humildad y ambición al mismo tiempo. Y me relamo al escuchar a Zaza decir «tenemos que trabajar y nada más, somos segundos y no sé al final donde llegaremos pero tenemos mucha ambición», y me froto los ojos al ver a Rodrigo crecer en cada partido. Y disfruto con un equipo que se pone el mono de faena y baja al barro, y me indigno con un árbitro que permite el juego violento de los futbolistas del Alavés y me siento tranquilo y pienso que el partido que ha ganado el Valencia en Vitoria, es de esos que hay que ganar para ser campeón... ¿se dan cuenta de que es imposible ponerle puertas al campo?

Luego aparece un periodista del nacionalmadridismo y se burla de la afición de los valencianistas y dice que el Valencia, «tras muchos años, merece por fin lograr el objetivo de llegar a Europa League». Y me enfado no porque se ría de tanta gente ilusionada, eso, al contrario, me llena de orgullo porque si él ladra es porque nosotros cabalgamos, me enfado porque es incapaz de reconocer el esfuerzo que está haciendo el Valencia como equipo y como club para estar donde está. No conocen que el verdadero gen valencianista es ese, competir y plantar cara.

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