De las primeras cosas que hago cada mañana al despertar es echar mano del teléfono móvil. Este condenado aparato se ha cargado los despertadores, por lo menos en mi casa, y claro, una vez lo has encontrado a tientas y de mala leche y logras apagar la maldita y robótica musiquita, no te queda más que ver los wasaps porque a poco que te acostaras pronto la noche anterior, sabes que tienes teléfono ´petao´ de vídeos picantones, chistes repetidos, memes, conversaciones surrealistas e incomprensibles a tres o cuatro bandas y alguna cosa que otra del trabajo. Y una vez despachado el asunto del wasap, eso sí, sin levantarte de la cama mientras el perro asoma por un lado y te rasca con la patita porque ya va desesperado y quiere que lo saques a pasear porque está hasta las narices de esperar, le das un vistazo al Twitter. Eso cada mañana, así que figúrense cómo son mis malos despertares, pero sin que sirva de precedente, he de decir que lo primero que encontré el otro día al abrir esta adictiva y ruidosa red social me arrancó una sonrisa. ¡Milagro!

Era un mensaje de VIACHERS, que son unos colgados empeñados en la bendita causa de evangelizar el mundo de valencianismo, por eso me gusta decir que en el fondo, todos los valencianistas somos VIACHERS. El mensaje en cuestión tenía una poderosa y al mismo tiempo tierna imagen. Una fotografía vieja de dos niñas vestidas del Valencia, con dos camisetas que les vienen enormes y ambas sonrientes detrás de un balón. Son pura inocencia y vitalidad, son desparpajo, felicidad y ganas de vivir. Están en el jardín de una casa ´de posibles´ y detrás de ellas hay un Porche Carrera de juguete pero de esos grandes para que se meta dentro un niño y juegue a conducir como un mayor. Y hay también una bicicleta con ruedas de esas pequeñas para que el nano en cuestión no se caiga de lado y vaya recto. Bajo la fotografía se puede leer: «Un épico Espanyol-Valencia cambió nuestras vidas€». ¿Se puede empezar mejor el día? ¡Es poesía pura!

Se podrán imaginar que fui incapaz de quitarme de la mente aquello de «el partido que cambió nuestras vidas», y apuesto que aún ahora, mientas ustedes leen esto, seguiré dándole vueltas porque además de todo lo que vino detrás de aquel 2-3 con dos goles de Rufete y uno de Adrian Ilie después de perder 2-0 en la primera parte, he de decirles que yo estaba allí. Así es, fui uno de los plumillas que cambió la crónica mientras asistía atónito a una remontada histórica incapaz por otra parte, de adivinar que estaba ante un punto de inflexión del que nacía un equipo terminó ganando la Liga y haciéndonos llorar a todos. Y de ese partido que cambió nuestras vidas me voy a otro, es inconsciencia pura pero termino en el 3-4 en el Camp Nou porque también sé que soy exagerado, pero esa remontada se parece en una cosa al atentado en las torres gemelas; todos recordamos perfectamente dónde estábamos y qué hicimos el día en que Bin Laden cambió el mundo tal y como lo conocemos, y todavía no me encontrado a ningún valencianista que cuando le hablas de ese partido no te cuenta con pelos y señales dónde lo vio, con quién y qué hizo cuando El Burrito Ortega metió el balón en la escuadra con el exterior€

Lo último que quiero insinuar es que vamos a ganar al Espanyol y que de ahí ganaremos la Liga porque estoy tan metido en lo del ´partido a partido´ que no seré yo quien rompa la magia, pero escucho a Marcelino y mi mente vuela. Y me dejo llevar porque algunas de las cosas que dice el entrenador del Valencia son irresistibles. Por ejemplo el otro día en El Partidazo de la Cope, programa del que me apetece decir que su presentador, Juanma Castaño, les da mil vueltas a los presentadores de los otros dos programas con los que compite. El caso es que Castaño le hace una pregunta que yo le habría hecho también. Le dice que hay mucha euforia en Valencia, y que si "ha preparado al vestuario para la derrota" porque no sé cuándo ni contra quién, pero algún partido nos guindarán los árbitros y perderemos para que el Real Meseta se ponga segundo y Tebas tenga el enfrentamiento a muerte por la Liga entre el Real Meseta y el FC Valors y vender el producto, que es lo que le interesa. Pues bien, la respuesta de Marcelino me hizo darme cuenta de porqué el equipo está como está y me convenció de la necesidad de seguir aspirando únicamente a ganar el partido de cada semana: «No nos podemos preparar para la derrota, nos tenemos que preparar para ganar. Si un día el rival te supera pues le felicitamos pero no podemos hacer eso». ¡Olé tus cojones Marcelino!

Bien por el Valencia

Remato estas letras ´arrejuntadas´ con un par de reflexiones sobre la espantada de Lubo Penev en el Mestalla. A ver, si a Lubo lo llama el Getafe de primera división, el Rayo Vallecano de segunda, o el Chelsea, puedo entender que se deje empantanado al Mestalla y pide marcharse porque supone crecer como técnico, pero que se vaya porque quiere ser presidente de la federación de fútbol del Bulgaria le define como entrenador. ¿Esas eran sus expectativas como entrenador cuando fichó por el Mestalla? ¿Ya se ha rendido? ¿Para qué vino al Mestalla? ¿El verano pasado no sabía que había elecciones a la presidencia de la federación de Bulgaria? Lo más gordo es que hasta que llegaran las elecciones pretendía seguir entrenando al filial, de ahí que la decisión del Valencia, de cesarlo fulminantemente, aunque dura, sea excelente. Lo que ha hecho Lubo no tiene pies ni cabeza. El club busca ahora un perfil de técnico formador y de la casa. Me parece correcto.

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