Supongo que si el Valencia CF ha jugado un partido amistoso que se tomaba muy en serio porque era el primero de los que el entrenador va a utilizar para preparar el once inicial que debute en liga contra el Atlético de Madrid y yo voy a escribir de un chaval de 17 años que ha jugado veinte minutos, es mala señal porque significa que no voy a escribir que el equipo de Marcelino ha convencido y ha ganado. Significa que como soy un tipo optimista por naturaleza me gusta pensar que lo malo que ha hecho el Valencia no tiene importancia porque era un partido de pretemporada y la jugada que hizo Kangin Lee Soy así. Prefiero resaltar que el coreano tiene alguna cosa más que calidad y descaro, que no decir que o mucho me equivoco, o la pareja de centrales para el inicio liguero la formarán Garay y Diakhaby, y que el cambio de Murillo en el descanso tiene mensaje -yo también lo habría cambiado- por más que el colombiano sufrió algunos problemas físicos hace unos días que hacen que sea normal que lo sustituyan y que no esté bien. Prefiero decir que Escobar devuelve algunos balones de primeras que nadie los espera porque nadie está acostumbrado a que un delantero haga eso, antes que enfadarme en el mes de julio porque al equipo está cojo porque le falta todavía un puñal por la banda izquierda y que se nota demasiado. No me enfado porque sé perfectamente que el Valencia CF está peleando y mucho para fichar a Guedes y no se me ocurre mejor puñal que él. Pero bueno, que yo lo que quería era resaltar un par de cosas que me hacen pensar que Kangin es algo más que un futbolista talentoso y con hambre de gloria. No es solo un niño descarado que se atreve con todo desde la inconsciencia espontánea del que juega a fútbol en primera división como si jugara en la calle. Es un macho alfa y tiene mala leche. La jugada a la que me refiero es una en la que recibe el balón y se le viene encima un lateral enorme que trata de arrinconarlo en la banda cuando le para el primer regate. Y Kangin intenta el segundo y el otro le vuelve a comer terreno hasta el punto que lo tiene a punto de caramelo, y en ese momento él, en vez de entregar el balón a un compañero para no perderlo, vuelve a la guerra, a la trinchera, y se saca un regate imposible y se va. Para Kangin superar al rival es una cuestión de orgullo. En eso me recuerda a Vicente Rodríguez, era un retador, iba siempre a por el rival, de cara, sin miedo...

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