Si el Valencia CF no perdió en Suiza fue porque el Young Boys es un equipo con las ideas claras, correoso y con futbolistas fuertes y rápidos Young Boys, pero con una falta de calidad que se hace más evidente en los metros finales. Pues nada mejor que hacer un penalti estúpido para ponerles el gol en bandeja. ¡Bravo Parejo! Lo siguiente la renovación. Si consideré el empate ante el Leganés un fracaso, éste lo califico de tomadura de pelo. Lamentable. Ya dije después del partido ante el Leganés que lo que más me preocupaba era que el entrenador había dicho que se tomaban el partido como una final pero luego no vi al equipo tomarse el partido como una final, hoy me reafirmo. El Valencia se juega mucho y además no gana partidos, los dirigentes están al borde de un ataque de nervios, los aficionados no saben cómo digerir tanta decepción ni cómo o cuándo explotar, extrañamente el resultado se pone de cara con el gol de Batshuayi sin terminar de merecerlo, y el equipo, con todo de cara, sale en la segunda parte sin tensión y se acobarda. Me gustaría que alguien me dijera lo contrario, pero me temo que algo falla entre el entrenador y los futbolistas. Ya saben mi teoría, normalmente los entrenadores que llegan a la élite -salvo excepciones para bien o para mal- tienen suficientes conocimientos tácticos, y donde se marca la diferencia es en lo anímico y en saber sacarle jugo a los jugadores. Si el entrenador un viernes dice que el partido del sábado es una final y los jugadores no se lo toman como tal, es culpa del entrenador. Si la mayoría de jugadores no están en forma, es culpa del entrenador. Y más si como entrenador has decidido hasta los fisioterapeutas que recuperan a los jugadores. Ayer faltó tensión para rematar un partido muy importante que se había puesto de cara, por eso ahora digo que estoy doblemente preocupado, porque he visto a este equipo relajarse en Cornellà y con el Levante, pero eso se corrigió. Que vuelvan a cometer ese error me atormenta. Lo diré con otras palabras, casi prefería cuando veía al equipo con cierto susto ante la derrota o con amagos de ansiedad. Ahora no veo a los futbolistas asustados, los veo casi derrotados. La temporada pasada Marcelino inisitió en que no se le presentara como un sargento que venía al Valencia a imponer, porque quería convencer. Y convenció. Tal vez ahora está navegando entre la frontera de lo que supone imponer o convencer. No digo que los jugadores le estén haciendo la cama, digo que de momento, su discurso no cala en el vestuario. Él lo llama 'inseguridades'.

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