He tardado en escribir este artículo porque tenía pánico a defraudar y aún ahora que me arranco lo tengo. El pasado jueves más tarde ya de la una y media de la madrugada y por lo tanto viernes, al salir de la ducha me di cuenta de que no había cenado. El Valencia CF se había metido en laValencia CF final de Copa y supongo que era la tensión quien me había surtido de energía hasta ese momento porque me puse a pensar y no había probado bocado desde la comida. Me tomé un yogur 'de los míos', de esos que todos tenemos en un sitio estratégico y 'secreto' de la nevera y que nadie toca porque son 'los míos' y si lo hace se juega la piel, y me fui a la cama. Ya era tarde y pese a la felicidad me dio rabia pensar en lo demasiado que me iba costar conciliar el sueño, así que me tomé un trago de agua y dos valerianas. Escribo esto con la esperanza de que mi mujer no lo lea, porque dice que me tengo que acostumbrar a dormir sin tomar la valeriana, y lo que no sabe es que hay noches que me tomo dos. Total, que mientras me debatía entre un documental sobre Toto Riina o abrir el libro de Nacho Ares, repasé el teléfono móvil con la esperanza de que fuera la última vez: «Tío, sigo llorando! Tienes una pequeña parte de inculcarme este valor llamado Valencia CF desde pequeñito, gracias, eres la persona que desde chiquito siempre me ha inculcado este sentimiento, nunca me olvido de ti, gracias Carlos». Joder, qué presión, pensé. Demasiada responsabilidad en un momento en el que solo me importaba dormirme cuanto antes. Estuve dándole vueltas a qué responder porque encontraba imposible estar a la altura y me limité a darle las gracias «cabrón» y decirle que disfrutara porque son de esos momentos que uno retiene en la memoria para siempre. Y volvió a desarmarme: «Gracias de verdad, entre tú y mi tío me hacéis amar estos colores». Se llama Álvaro y a poco que releo me doy cuenta que hice bien en tener pánico a defraudar porque no hay otra opción ante palabras que detrás esconden algo tan puro y bonito como el valencianismo. Álvaro es un joven entusiasta y yo un loco que salía con una guitarra en un periódico deportivo y que de hace un tiempo comienza a tener vértigo cuando mira hacia atrás, y eso me permite poder decirle que en esas eternas charlas de verano sobre el Valencia CF junto a la piscina, lo único que hice fue permitir que aflorara lo que él ya tenía dentro. Álvaro, el Valencia CF te eligió a ti, esa es la clave de todo. Con el tiempo lo entenderás. Eres un afortunado.

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