Ha sido curioso. El Valencia CF hace un comunicado oficial en el que anuncia que le ha enviado un burofax a la Federación en el que le hace ver que tomará medidas si cambia las normas de la competición y que se reserva el derecho de ir a los tribunales para defender sus derechos y sus intereses, y al poco, aparece Pedrerol y dice que la Federación Española de Fútbol se está planteando invitar al Betis.

Pero vamos a ver Josep, no se puede ser más pesebrero y manipulador, ¿cuándo y dónde ha dicho el Valencia CF que quiera renunciar a jugar la Supercopa de España? ¿Dónde ha dicho el Valencia que se niega a jugar la Supercopa? Queda claro que, al dictado de Rubiales -y ahora diremos al dictado también de quién, pero se lo pueden imaginar-, Pedrerol trata de meter presión para que el Valencia CF acepte jugar la Supercopa tal y como quiere Rubiales, pero tiene truco. ¿Por qué le interesa a Pedrerol que el Valencia CF acepte jugar la Supercopa de Rubiales? Porque en la Supercopa de Rubiales juega el Real Madrid. Más claro agua. Y si hay que cambiar las normas del torneo con el torneo en marcha para que juegue el Real Madrid, pues Pedrerol lo apoya encantado de la vida porque a él lo que le interesa es que en agosto pueda haber una final de Supercopa entre el Real Madrid y el FC Barcelona para poder hacer la mona en El Chiringuito durante todo el verano.

A Pedrerol, al Marca, al Diario As y por extensión a toda la tropa nacionalmadridista les da mismo si la final de la Supercopa la juegan el Valencia CF y el Barcelona, ellos quieren que la juegue el Real Madrid aunque tal y como dicen las actuales normas de la competición, no se haya ganado en el terreno de juego, el derecho a jugarla. Y si hay que cambiar las normas de la competición, pues se cambian. ¿Alguien cree que no es el Señor Castor la mano que mece la cuna?

PD: Asamblea de la Liga de Fútbol Profesional. Salea votación la propuesta de cambiar el formato de la Supercopa con la competición en marcha y 40 clubes votan en contra. Dos votan a favor. Real Madrid y Barcelona. Señores, no hay nada más que hablar.

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