Pensé que era la primera victoria. Una final de Copa se puede ganar de muchas maneras aunque es evidente que todos queremos ganar lo que más importa, el partido. Todos queremos el título, y celebrarlo después con tu gente y con la afición, por las calles de Valencia o por las que cada uno quiera, que para celebrar una Copa del Rey todas las calles son buenas. Les he de confesar una cosa, llevo dos días que vivo sin vivir en mí. No he ido a Sevilla y he tenido que subir a mi nube azul donde todo es como yo lo he inventado. Solo quería aislarme. He pasado dos días antipático. Y no soy así. Al contrario, soy un tipo risueño porque vive feliz de la vida, que está encantado con su trabajo, en casa todavía me soportan y veo a los amigos lo suficiente como para disfrutarlos cuando toca. Pero las lagartijas en el estómago han terminado por convertirse en una anacondas que me comen por dentro hasta el punto de cambiarme el humor.

Ayer sábado me levanté y me fui a correr porque no sabía dónde meterme, llegué a casa y me vine al periódico. Me encerré en el despacho. No estoy para nadie porque a nadie quiero enviar a donde no debería. Decía que cuando vi que a pesar de las prohibiciones los valencianistas tiraban tracas en Sevilla pensé que ganábamos. Y sonreí porque a un valencianista le vas a decir que no tire tracas el día que el Valencia CF juega una final de Copa... «¿Que no podemos tirar tracas Carlos? Un arsenal llevo en el coche», me dijo uno por redes sociales. Y no pude evitar acordarme de la mayor aventura que jamás vivió mi padre; el viaje a Bruselas para ver la final de la Recopa con el Arsenal. Se fue para siempre cuando yo tenía 13 años pero le dio tempo a contarme cientos de veces que lo primero que hicieron al llegar a Bruselas fue tirar una traca, y que tantas veces amagaron -de broma-con tirarla en el avión, que durante el vuelo el piloto se les acercó pálido y presa del pánico porque estaba convencido de que eran capaces de encenderla... Y me acuerdo de que cada vez que el Valencia ganaba, salíamos a la plaza del pueblo y tiraba una traca. Por eso, cuando terminó el partido en Sevilla y escuché las primeras carcasas y tracas, sonreí y me quedé sentado en la silla mirando al vacío. Feliz. El FC Valors no merecía ganar esta Copa. El desprecio del club, los futbolistas y los aficionados al torneo merece una derrota cruel. Lo mejor que le puede pasar al fútbol español es que la Copa sirva para clubes que como el Valencia, que tiene una afición entregada detrás y la voluntad de ganar siempre. Ese es el mensaje que mandaban los valencianistas en Sevilla con cada traca. Porque somos y seremos pólvora. Y otra cosa no queremos ser.

PD: Muchas gracias a todos los valencianistas que ganaron el partido en las calles, a los que recibieron al equipo. Habéis honrado al fútbol y sobre todo al Valencia CF. Nos representáis a todos. Gracias.

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