Una lectura del partido es que el Valencia CF tuvo que luchar contra los elementos, pero ocurre que algunos de esos 'elementos' dependen del propio Valencia CF, y por lo tanto es lo mismo que decir que, como ante el Betis, son los propios errores del Valencia CF los que condenan al Valencia CF. Y en esos 'elementos' propios no cuento las lesiones. Y mira que el esfuerzo de los futbolistas es encomiable y muy de agradecer, de esos que hacen que, en parte, uno se vaya a casa más o menos satisfecho por aquello tan valenciano de 'qui fa lo que pot no està obligat a mes'.

Pero amigo, era el día de hacer algo más que dejarse sobre el terreno de juego hasta el último gramo de energía. Y esto va referido a algunos futbolistas que son, o al menos consideramos, capitales en este equipo. Y los nombres están claros. Rodrigo, Parejo y Cillessen. Vale que Maxi falló dos goles cantados, pero el uruguayo es un recién llegado que tiene 22 años y es todo un novato en esto de la Champions. Tampoco le puedo pedir a un lateral izquierdo, en este caso Gayà, que me salve el partido por más que su imagen al borde del desfallecimiento cuando terminó el partido vale como fiel resumen del mismo. Los laterales no salvan partidos a no ser que se llamen Marcelo. Ni le pido a Wass que haga más de lo que hace, que es jugar de lo que sea y darlo todo. Y lo mismo me vale, por ejemplo, para los centrales. Garay jugó infiltrado y se le notó cuando el partido se hizo largo, y Paulista hizo de Paulista cuando el partido requería de locura y carácter.

Si el día que necesitas ganar para estar en octavos de final tu portero que viene del FC Barcelona y cuya titularidad no se discute no para una parable, tu capitán falla un penalti y tu delantero estrella tiene tres y ninguna va entre palos, repito, ninguna va entre palos, pues a lo mejor resulta que eres equipo de Champions, pero de la fase de liguilla, no de octavos. Es duro, pero es lo que hay. Me niego a pensar que es mala suerte lo que creo que es otra cosa. El Valencia CF ha regalado el partido el día que tenía que ganarlo. Por otra parte, y seguramente sea fruto del cabreo y la decepción, no me gusta que cada partido se convierte en un correcalles. No me gusta que cuando falta mucho tiempo por delante y te vas a por la victoria sea a cambio de un intercambio de golpes casi irracional, no es necesariamente sinónimo de ambición. Me gustan los equipos de fútbol que se van a por la victoria porque la necesitan pero lo hacen controlando el juego y al rival. A intercambio de golpes no sé si ganaremos muchos partidos.