"Hace 41.000 años nos ocurrió algo, algo importante y que quizá contenga la esencia de todas las preguntas que alguna vez nos hemos hecho". Así empieza 'El salto infinito', un más que recomendable documental de Iker Jiménez sobre las pinturas rupestres y su significado. Dice Iker que hace 41.000 años el hombre descubrió a Dios en el interior de una cueva pero hoy da lo mismo, será otro el día en que hablemos de la sensación que experimenta uno cuando está a oscuras y en silencio en lo profundo de una caverna con la certeza absoluta de que pisa el mismo suelo que pisaron seres humanos de hace 15.000 años.

Otro día hablaremos de qué sensación recorre tu cuerpo cuando en la oscuridad más honda, enciendes la linterna y ante tus ojos asoma un bisonte que parece galopar por una húmeda y escondida pared. Hoy me quedo con esa frase de Iker que dice «algo que quizá contenga la esencia de todas las preguntas que alguna vez nos hemos hecho», porque también soy capaz de encontrarle un paralelismo futbolístico. ¿Qué contiene la esencia de todas las preguntas que alguna vez se han hecho los valencianistas ya sea en el fondo de una cueva o en el fondo norte de Mestalla? ¡Esa es la pregunta buena Iker! Ya ven, he estado tres días malo en cama y me ha dado tiempo a leer, ver y escuchar. Y pensar.

De la cueva empezamos a salir ahora porque el palo que nos dio el Real Madrid en Arabia es de los que duelen por más que Parejo bromeara con Broncano, pero no, no es exactamente el mismo tipo de cueva. Si les he de decir la verdad, la sensación que hace unas líneas les dije que no les iba a contar, en mi mente solo tiene parangón con la primera vez que escuché Extremoduro en un pub de Jérica que era, literalmente, una cueva, y sobre todo, con la primera vez que fui a Mestalla; La caverna madre. Recuerdo como si fuese hoy cómo mi corazón se aceleraba a medida que subía las escaleras del vomitorio y la luz de Mestalla, tan pura y blanca en la noche, amenazaba con explotarme en la cara. Fue como un ritual iniciático hacia la infelicidad verdadera, porque ser del Valencia CF es como una fatalidad eterna que uno no cambia por nada porque termina en bendita en el preciso instante en que te das cuena de qué es aquello que contiene la esencia de todas las preguntas que alguna vez se hicieron los valencianistas: Qué farem hui?». Esa es la clave, lo único que nos une a todos. La victoria, la esperanza de ganar. Y hace demasiado que no ganamos. Jugadores, poca broma, que queremos mucho más.

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