Lunes por la mañana, me despierto tarde y hace demasiado calor para ir a correr. Opto por andar. En cuanto llego al paseo de la playa alguien me dice "bon dia Carlos i Amunt". Hemos coincidido en diferentes actos valencianistas pero yo no recordaba su cara ni sabía su nombre. Después de unos minutos de cortesía hablando de si salir a correr o salir a andar, de si esta ruta o la otra, nos metemos en harina a hablar del Valencia CF que es lo que en el fondo ambos deseamos. Se arranca él. Ya no aspiro a que cambien, aspiro a que se vayan, dice mirando al horizonte... Nunca he sido muy de Meriton, pero lo tenían todo a favor y ahora nada. Ahora solo tienen a favor la ley mercantil, digo con suavidad tratando de meter baza en la conversación. "Sí, leí el artículo en que lo decías. Estaba muy bien eso de que cuando presumen de músculo accionarial es porque no pueden presumir del cariño de los aficionados", responde serio. Le digo que si algún día ganamos la Champions, la gente le dirá a Lim «olé tus narices por el equipazo que has hecho" pero ni aún así recuperará su cariño. Veo que momentáneamente le brilla la mirada, "hombre, si ganamos la Champions...", pero no, sus ojos vuelven al horizonte y a la realidad, es verdad, no sé si aún ganando la Champions tendrían mi cariño.

Ahí está la madre del cordero, a lo mejor el Valencia CF gana la Champions mañana y mi interlocutor le declara amor eterno a Peter Lim, pero ese no es el fondo del debate, la sustancia es que una mañana de julio charlando junto al mar un desconocido me está mostrando de manera sincera la decepción de una mayoría abrumadora del valencianismo con Lim. Si luego se gana la Champions y surge o no el amor es cosa del futuro pero estamos en el presente. Y sin darnos cuenta y mientras hablamos y andamos, las palabras nos conducen a una misma dirección: para Meriton hay un antes y un después del día en que alguien decidió poner aquello de 'Propietario: Meriton Holdings' porque no tuvieron en cuenta que además de propietarios, son responsables de los sentimientos que genera el Valencia CF entre sus aficionados. Apuntillo que las formas siempre importan y en determinados momentos importan más, y quien dio la orden de ponerlo demostró que poco o nada sabe de cómo respira estos días el aficionado de la calle. Y si lo sabe, no le importa dice él. Se llama Jesús y cree que aquello ha movido algo en la conciencia colectiva del valencianismo que podemos llamar principio y que seguirá latente a la espera de que aparezca alguien capaz de aglutinarnos a todos otra vez. Callé porque vi que hablaba su corazón. El elegido surgirá por generación espontánea, sin imposiciones, y será aquel capaz de mirar adelante sin rencor. Tienes razón Carlos. Amunt Sempre Jesús!

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