Medio desnuda, amoratada y sin un halo de vida. Así era encontrada de madrugada, por un inspector de la limpieza, una vecina de Lorca de 51 años que, cuando los sanitarios y la Policía la vieron, pensaron que tenía más de setenta. Se llamaba Manuela y era madre de dos hijos. También era abuela. La Policía Nacional arrestaba este jueves por la tarde, horas después del descubrimiento del cuerpo, a un hombre como presunto autor del crimen. Fuentes cercanas a la investigación y vecinos testigos del arresto aseguraron que se trata de la pareja sentimental de la finada (aunque él dice que solo tenían contactos ocasionales y que no eran novios, lo que podría ser un ardid para librarse del agravante de violencia de género) y que las peleas entre víctima y presunto agresor eran constantes. El caso ha sido asumido por el Juzgado de Instrucción Nº 5 de Lorca y está bajo secreto del sumario. Ha trascendido, apuntan fuentes próximas al caso, que la mujer murió asfixiada.

Profesionales del Grupo de Homicidios de Murcia se desplazaron a la Ciudad del Sol para efectuar la detención, junto con miembros de la Policía Judicial de Lorca, Una de las hipótesis que maneja la Policía es que el sospechoso le quitase la vida a la mujer en una casa que este jueves, antes del arresto, ya fue objeto de distintos registros e inspecciones oculares por parte de los investigadores. Y que luego ella lograse salir a la calle, malherida, y falleciese sobre el asfalto o que el presunto agresor trasladase el cadáver de la vivienda a la vía pública. Otra de las hipótesis es que la estranguló y la dejó agonizando en la calle.

"Tranquilidad, somos policías", dicen los agentes de paisano a los testigos, alarmados al ver a su vecino esposado, custodiado por dos hombres. El sospechoso fue capturado en casa de su abuela, donde se había refugiado. 

“Este no me va a poner la mano encima”. Es lo que dijo a un amigo suyo hace tres días la mujer, española, residente en el barrio de San Pedro y limpiadora de profesión, que pronunció estas palabras a raíz de que su allegado le preguntase si estaba bien, ya que se había fijado en que presentaba un ojo morado. Apenas 72 horas después de este conversación con su amigo, la mujer era hallada muerta en la calle. 

El descubrimiento del cadáver

Los hechos tuvieron lugar sobre las dos menos diez de la madrugada. La encontró un inspector de la empresa municipal de limpieza, Limusa, mientras realizaba su servicio habitual. El trabajador iba por la calle Zorrilla, entre Pío XII y Fernando el Santo, cuando observó que en el suelo había una persona que aparentemente no respiraba. Llamó a la Policía Local y en poco tiempo una patrulla acudió al lugar. “Intentaron reanimarla con el desfibrilador que llevan en el coche, pero no lo lograron”, afirmó el concejal de Seguridad Ciudadana de Lorca, José Luis Ruiz Guillén. Los municipales fueron quienes llamaron a Emergencias, para requerir asistencia sanitaria. Cuando llegó la ambulancia, el médico únicamente pudo certificar la muerte.

Testigos presenciales manifestaron a LA OPINIÓN que la mujer estaba tirada en el suelo, medio desnuda, lo que llevó a los investigadores que inspeccionaron la zona a pensar que podría haber sido arrastrada.

La difunta presentaba claros signos de violencia en cuello y cara, aunque algunos de los que la conocían apuntaron a la investigación que los daños que presentaba en uno de sus ojos habría sido ocasionado hace varios días, como consecuencia de una disputa. “Le pregunté y no me dijo quién había sido, solo que no se lo iba a volver a hacer”, contó este jueves a esta redacción un amigo de la fallecida, el cual comentó que “se trataba de una buena chica que no se merecía este final”.

Peleas constantes

Vecinos afirman que las peleas entre la víctima y el sospechoso eran constantes, y que ellos han sido testigos de ver cómo por una de las ventanas de la vivienda en la que se encontraban llegaron a volar zapatos y botellas de cristal.

La identidad de la mujer no se supo hasta bien entrada la mañana, ya que en el momento del suceso iba indocumentada. Aunque tenía 51 años de edad, aparentaba ser mucho mayor. De hecho, los investigadores creyeron inicialmente que se trataba de una septuagenaria. Esta hipótesis inicial la avalaría que al moverla, para ser trasladada, encontraran una dentadura postiza que luego se demostró que era de ella. Este detalle también pone en duda la posibilidad de que fuera arrastrada desde otro lugar, aunque una vivienda cercana –en la calle Vicente Ruiz Llamas frente al antiguo bar El Huevos- aparecía con precintos policiales, por lo que se cree que la casa pudo haber jugado un papel fundamental en el suceso.

A lo largo de la mañana los investigadores han entrado y salido de ella en diversas ocasiones, acordonando la zona para evitar el tránsito tanto de peatones como de vehículos. 

El juez de guardia y el forense levantaron el cadáver sobre las cinco de la madrugada. A esa hora, el movimiento de policías y coches despertaba a muchos de los vecinos de la zona, que siguieron el operativo desde sus ventanas y balcones. “Era una mujer menuda, rubia, con el pelo enmarañado que presentaba algún tatuaje en el brazo. La cubrieron con una manta térmica hasta que vino el juez”, relató un vecino a este periódico.

Los investigadores también habrían inspeccionado el solar situado en la calle Zorrilla esquina con Fernando el Santo por si pudieran encontrar alguna pista. Se da la circunstancia de que este espacio, vallado, suele estar cerrado con un candado en su puerta corredera que ayer mañana había desaparecido. También una de las puertas del inmueble en ruinas más inmediato, la conocida como antigua lechería, se mostraba abierto en su entrada por este solar. Del caso se ha hecho cargo el Juzgado Nº 5 de la Ciudad del Sol.

De confirmarse que la muerte de Manuela ha sido a manos de su compañero sentimental (algo que él niega ser), la mujer sería la primera víctima mortal por violencia de género de 2021 en la Región.

La última vez que la comunidad murciana era escenario de un crimen machista era en septiembre del año 2020. Salwa, vecina de Águilas, era asesinada de un tiro. Su esposo, un sujeto que acababa de salir de la cárcel, se encuentra en prisión provisional desde que horas después del crimen fuese detenido por la Guardia Civil y puesto a disposición judicial. 

La anterior fue Rosalía. Vecina de Cartagena, expiró tras pasar días en Cuidados Intensivos, malherida después de que su marido la golpease brutalmente en la cabeza con un martillo. Este hombre, también en prisión preventiva, alega ahora, en su defensa, que él no mató a su esposa, sino que ella murió al ser desconectada.

El pasado verano se hacía público que la Región de Murcia tenía la tasa más alta de mujeres víctimas de violencia de género en el primer trimestre.