André Gomes tiene potencial para llegar hasta donde quiera. Sobre el campo, dibuja cualidades para mover la pelota como número ‘ocho’, cultura táctica para proyectarse como ‘seis’ e incluso alimentar el ataque con la clase de un ‘diez’. Tiene el toque único de los futbolistas que entienden el juego de forma innata. Esa es una cualidad indiscutible cuyo valor resulta incalculable. Sin embargo, su figura genera tantas certezas como dudas en el fútbol portugués. André Gomes es el centro de muchas discusiones en la grada de La Luz: Tiene físico, pero falta intensidad. Juega con personalidad, pero falta continuidad. Está dispuesto a sacrificarse, pero falta mentalidad competitiva. Una serie contraposiciones que traen a la memoria las incertidumbres que generaba en Mestalla el Parejo de hace tres años.

La realidad es que los dos ‘constructores’ tiene una naturaleza semejante. Ambos tienen virtudes y defectos similares. Cualidades que potenciar y defectos que conviene pulir. La clave con André Gomes —como sucedió con Parejo— está en brindarle el contexto adecuado para que pueda madurar y explotar su personalidad. Su llegada incorpora una figura que no existía en la plantilla desde la marcha de Éver Banega. El joven portugués debe proyectarse como una alternativa natural para el actual ‘21’ blanquinegro. No son incompatibles, pero su fichaje activará la ‘rotación’ y reavivirá la competencia.

Madera de arquitecto

André Gomes es un Parejo en potencia, porque —con 20 años— es está en pleno proceso de desarrollo. En muchos aspectos es un jugador todavía inmaduro, al que conviene trabajar y modelar. El portugués tiene su propio sello, por supuesto. Es un atleta de zancada elegante, una visión de juego por encima de la media, último pase y unas condiciones importantes para crecer en el juego aéreo y en las disputas cuerpo a cuerpo. Cuando está enchufado da gusto verlo por como conduce la pelota con la cabeza levantada, buen repertorio de recursos técnicos, su criterio táctico o aperturas a banda. Gomes tiene además un buen golpeo con su diestra; eso le confiere un valor añadido cerca del área. En dos sentidos, por su solidez en la definición y en las acciones a balón parado.

André está obligado a dar un salto en su intensidad física, consistencia y mentalidad si quiere ser un jugador competitivo. Cuestiones que se pueden trabajar y mejorar. El principal problema del portugués es que es un diésel, no es rápido, le falta cambio de ritmo, con y sin balón. Los reproches giran en torno a su falta de agresividad, su irregularidad y los picos de sierra que describe en su rendimiento durante los partidos. La afición del estadio de La Luz se desespera con sus pérdidas de balón en zonas de riesgo y con su demora en entregas fáciles que retardan el juego. Sin embargo, también ha enloquecido con la maniobra de su golazo al Oporto, que consolidó la remontada en la vuelta de la semifinal de la Taça.

Su posición en el campo también es una cuestión por definir. Jorge Jesus lo ha utilizado mucho como ‘6’ por su posicionamiento, personalidad para reclamar el balón y claridad para construir una salida coherente. El problema es que necesita a un jugador que muerda al lado, como Enzo Pérez. Como ‘8’ —con Fejsa o Amorim—, se explota su capacidad para enlazar defensa y ataque, su último pase y llegada, pero le falta fuerza para ir y volver. Eso genera desequilibrios.

Hay un dato que confirma que André Gomes es más apuesta por el talento futuro que por un rendimiento seguro en el presente: hasta la antepenúltima jornada su participación su participación liguera se reducía a dos minutos. André era la quinta opción por detrás de Enzo Pérez, Fejsa, Amorim y Matic. Jorge Jesus le ha dado muchos minutos en las copas locales y en la Europa League, donde sí fue realmente importante. No ha sido elegido en el equipo ideal y se ha ganado un lugar en la prelista de Portugal para el Mundial por casualidad.