Sí, así es, tal como lo leen. El Valencia se ha convertido en un equipo sin ánimo de lucro. Pero sin ánimo de lucro de verdad... no como otros. Y cuando en el fútbol no existe ese ánimo de lucrarse ganando a los rivales, cuando el conformismo anida en todos los rincones del vestuario, lo más normal es que acontezca la catástrofe. En el fútbol las fundaciones humanitarias no tienen cabida. Sobran. Y el que haga de la abulia y la indolencia su caballo de batalla está perdido... como lo está el Valencia en estos momentos.

A años luz

El objetivo de este año, el pueril objetivo del Valencia de este año, era quedar tercero en la liga, cumplir en la Copa del Rey, llegar lo más lejos posible en la Champions y acortar distancias con Real Madrid y Barcelona. Pues bien... ni Copa ni Liga ni Champions League. Y, por supuesto, la distancia con Real Madrid y Barcelona al final de temporada tiene toda la pinta de que va a ser estratosférica. Estamos a años luz de los ´otros´.

Sin intensidad

¿Y saben en qué se distinguen especialmente el Real Madrid y el Barcelona del Valencia? Pues miren, al margen de tener mejores plantillas y mejores técnicos —Mourinho y Guardiola están muy por encima de Unai—, a mí lo que más me cabrea y más me hace padecer es que la mayor diferencia entre los dos ´monstruos´ y el Valencia es que juegan un fútbol a diferentes revoluciones. Madrid y Barça son buenos y encima salen a por todas en cada partido. El Valencia, por contra, últimamente camina como alma en pena por la Liga. Y eso es intolerable.

Les da igual

Ya me pueden contar lo que les dé la gana: al Valencia, a sus jugadores —que no al presidente responsable de revertir esta situación—, les importa un pepino quedar terceros o cuartos y esa falta de motivación —evidente e inequívoca— se traduce en un juego patético sobre el terreno de juego... como quedó demostrado ante el Sevilla.

Oiga, doctor

Pues sí, como decía Sabina, ´oiga doctor, devuélvame mi excitación llevo ya...´. Sabina, obviamente, se refería a un asunto más pasional y sensual, pero al fin y al cabo lo que reclamaba era unas gotitas de pasión, de intensidad, de alegría de vivir. Pues bien, el Valencia ya tarda en poner remedio a esta caída libre hacia el abismo. O alguien cambia la corriente actual o nos vamos a pegar un guantazo de tres pares de congojos.

Amunt Bankia!

Supongo que en cuanto entre en vigor el acuerdo con Bankia y alguien nos lo explique con un poco de detalle —o sin mucho detalle, pero que nos lo expliquen, por favor—será cuando el Valencia deje de ser un equipo sin ánimo de lucro para convertirse en una entidad de posibles y con esperanza de cara al futuro. Amunt Bankia!... y no tardes en personarte en la causa. Esto necesita como agua de mayo ser regado con los billetitos que generan ilusión. ¿A qué esperamos?

Sólo la Uefita

Así las cosas, al Valencia esta temporada sólo le queda la Uefita, ese torneo menor en el que juegan los desheredados de la Champions o los que no hicieron bien los deberes en su liga doméstica. Y bien, aunque incomprensiblemente Paco Lloret quiera hacernos creer que la Uefita está casi a la altura de la Champions, este torneo sólo cobra interés en la medida que se acercan las semifinales y la final. Pues bien, es lo que nos queda y por lo tanto toca apoyar esta opción. Esperemos que la plantilla sí encuentre en esta competición algo de interés. Vaya, que espero que tenga ánimo de lucro... no como en la Liga. Y lo de sin ánimo de lucro, pese a estar de moda, no hay que tomarlo al pie de la letra. Algún ejemplo claro tenemos a la vuelta de la esquina.