La Eurocopa está a la vuelta de la esquina y, como si la que está cayendo no fuera ya de por sí grave, la Selección no ofrece más que señales negativas. Definitivamente aniquilada ya la impronta que sobre el grupo que nos llevó a ganarlo todo dejó Luis Aragonés, el camino recorrido desde el último Mundial ha oscilado entre las victorias de trámite en partidos oficiales de medio pelo y el ridículo sin adjetivos en amistosos contra rivales de enjundia sin que aquí pasara nada. Llevado en volandas por su numerosa y madridista cohorte de palmeros, no parece que Del Bosque haya sabido dar respuesta a la nueva coyuntura que se abre cuando no te queda nada por ganar.

El equipo del Sabio

Así, ha sido incapaz de encontrar una sola alternativa al once que le dejó Luis Aragonés —exceptuamos el caso de Piqué, que se colocó él solito en la selección—. Todo marchó bien mientras el ´equipo del Sabio´ se mantuvo sano y joven, pero los años no pasan en balde y hoy somos un mar de dudas. Nadie sabe, así, quién será capaz de ocupar el lugar de Capdevila, qué sucederá si Piqué continúa más pendiente de sus amores que del fútbol, cómo se supliría una lesión más de Puyol o, lo que parece más preocupante aún, cómo vamos a afrontar la baja de Villa y la desaparición de Torres.

Parches en la Roja

Errático y falto de un plan coherente enfocado a volver a ganar la Eurocopa, el seleccionador ha ido poniendo parches en función de la coyuntura. Ha actuado como si España continuase siendo aquel equipo pequeño que no ganaba más que en los amistosos, repartiendo premios que mantuvieran contentos a los unos y a los otros y, sobre todo, al madridismo mediático en el que siempre ha encontrado apoyo. Sirva como botón de muestra el caso de Albiol, que se ha pasado dos años en el ostracismo en su club —Mourinho no cree que tenga nivel para el Madrid— pero siendo fijo con la Roja, para causar baja a tres meses del día D y sin una alternativa seria para ocupar su posición.

El problema de Torres

Ello por no hablar de la desastrosa manera de lidiar con el problema de Torres. Nadie, ni siquiera sus más denodados admiradores, puede decir que The Kid haya sido el mismo desde aquella lesión de rodilla que sufrió justo antes del Mundial —forzó su recuperación, recordémoslo, para darlo todo por la Roja—. Pero, ¿tiene algún sentido haberlo mantenido en la selección todo este tiempo para dejarlo tirado ahora, cuando parece que su juego —no sus goles— empezaba a recuperarse? ¿Tiene algo que ver en esa decisión la feroz y cochambrosa campaña de la prensa madridista en contra del Niño y a favor de productos de la cantera merengue como Soldado o Negredo? ¿De verdad alguien cree que España va a ganar algo grande con estos dos chicos como alternativa a Torres y Villa? ¿Son mejores de lo que fueron en su día Salinas o Satrústegui?

La llegada de Muniain

De manera que mientras los palmeros celebran la ausencia de Torres, nadie se lleva las manos a la cabeza por la presencia en la lista de gente como Piqué, Cazorla o Navas, que llevan toda la temporada sin dar una a derechas o, puestos a ser tiquismiquis, por que vuelvan al equipo Soldado y Negredo justo cuando peor están jugando. España entera, en todo caso, celebra con fervor la llegada de Muniain. Curioso e irónico relevo, acaso representativo de los tiempos que corren en el país. Dejamos fuera a una fuerza de la naturaleza como Torres y sacamos a caracolear a Muniain. ¿Va a volver también Capel? Que Dios nos coja confesados. Y que vuelvan Rincón, Señor, Carlos el del Oviedo, Eloy y hasta Míchel.