Sirva como botón de muestra del lío en el que el presidente del Valencia CF ha metido a su club un titular de SUPER del pasado sábado: «El plan antilesiones del Txingurri comienza en el calentamiento». Y continúa: «Pozanco „preparador físico„ ha acentuado la exigencia e intensidad en la fase de estiramientos». O lo que es lo mismo, mediado el mes de diciembre nos damos cuenta que el señor Llorente, sin encomendarse a nadie, se trajo de Argentina a tres tíos que no solo fueron incapaces de hacer que su equipo jugase a algo mínimamente parecido al fútbol sino que no sabían ni diseñar un calentamiento como Dios manda. Les fueron abonados religiosamente billetes de avión „desde la Pampa no salen baratos„, alquileres de casas y coches y generosísimos salarios, se puso a su disposición despachos, ordenadores, fisioterapeutas, médicos y ojeadores de toda índole y condición y ahora resulta que Pellegrino y sus acólitos no eran capaces ni de dirigir una tanda de estiramientos. Salvando las distancias, es como si decides construirte una casa y contratas a un arquitecto de la Conchinchina „amiguete tuyo, eso sí„, que encima cobra un buen pico „sin ser Calatrava„, para que un buen día se presente ante tu familia acompañado de un ejército de aparejadores, delineantes y albañiles y acabe resultando que entre todos no son capaces de dibujar un ángulo recto con un lápiz, una regla y un cartabón ¿Qué pensarán tus hijos de tu capacidad de gestión? ¿Qué dirá tu mujer cuando le eche un vistazo a la cuenta corriente y vea lo que le has pagado a un tipo que no sabe hacer la o con un canuto? Pedirán tu cabeza y con razón.

El fin del engaño

El engaño consentido no deja de ser una estrategia válida cuando quieres salvar una relación, pero todo tiene un límite. La afición de Mestalla, vapuleada durante años por unos dirigentes ineptos que dejaron al club en la ruina y sin un título que justificara su dispendio, ha tolerado durante tres años que Llorente prometiera vender parcelas, reiniciar obras, liquidar deudas y sanear balances sin cumplir uno solo de sus compromisos. Ha permitido que se vendieran estrellas, que se gastasen fortunas en comprar futbolistas engreídos y pusilánimes, que se contratasen entrenadores sin oficio ni capacidad. Ha admitido como bueno el sonsonete mesetario de que Llorente era un genio por tener al Valencia donde lo tenía con la que estaba cayendo. Pero por fin ha dicho hasta aquí hemos llegado. Lo que tenía que pasar ha acabado pasando y la tomadura de pelo parece que toca a su fin.

Una política nefasta

Y ha llegado a su fin porque parece que ya nadie duda que la supuesta reducción de la deuda del club „el único argumento que mantenía a Llorente a salvo de la crítica„ ha pasado exclusivamente por la venta de futbolistas excelentes que han sido remplazados por otros que, en su mayoría, ni han estado ni están ni van a estar nunca a la altura del escudo que llevan en el pecho. El vulgo puede parecerle ignorante a cierta estirpe de dirigentes, pero siempre acaba detectando la estulticia. Y no creo que haya muchos valencianistas que no tengan, a fecha de hoy, bien claro que con 92 millones de gasto en fichajes en tres años, presidentes como Pedro Cortés o Jaume Ortí habrían armado un equipo temible, que seguramente no habría ganado ninguna Liga tal como están las cosas, pero que habría vendido cara su piel y sembrado de obstáculos, deportivos y extradeportivos, el plácido camino que Barcelona y Madrid recorren con el benigno Llorente en el palco de Mestalla.

Ecos de Villarreal

La situación deportiva es tan grave que de no ganar el viernes al Getafe llegarán los primeros ecos de tambores procedentes de Villarreal. Demasiadas son las similitudes con el club castellonense como para no estar preocupado. Un presidente que hace oídos sordos a cualquier atisbo de disensión, una nefasta política de altas y bajas en la plantilla y una errónea elección de entrenador „situaciones que a todos nos resultan familiares„ condenó al submarino a una segunda división de la que, hoy en día, es bastante más difícil regresar que en los lejanos años ochenta. No deja de resultar irónico que el Valencia se haya echado en brazos de quien en su día tuvo que plegar velas en Villarreal. Ni sorprende ya a nadie que Llorente ni siquiera se plantease contratar a Luis Aragonés. De poco sirvió que fuera el favorito de la afición o que resultara evidente que esta plantilla lo que necesitaba era alguien con grandes dotes de persuasión y muchos kilómetros recorridos. Ni siquiera con el barco haciendo aguas por todas partes aceptó el presidente del Valencia seguir otro dictamen que el de su peculiar obsesión por mojar en todas las salsas y huir de quien pueda hacerle sombra. Y así, por mucho que el Valencia siga teniendo bastante mejor plantilla que el Rayo Vallecano, y bastante mejor entrenador que el que tenía hasta hace unas semanas, de momento a Ernesto Valverde se le recordará por ser el único técnico que ha tenido la entidad que ha perdido en Mestalla contra ese humilde club madrileño. Como para echarse a temblar.

¿Se puede hacer peor?

Con la plantilla en estado de depresión y no siendo el actual inquilino del banquillo alguien que haya destacado durante su carrera por el lado de la motivación, el corto plazo parece que pasará necesariamente por acudir, como los malos alumnos, al mercado de invierno. La gran cuestión es quién debe dirigir esa primera estrategia de refuerzos y los que hayan de llegar para la próxima campaña. ¿Los mismos que tiraron de chequera para comprar a Moyà y Alves cuando tenían ya, y a coste cero, a César y Guaita? ¿Quienes trajeron a Guardado cuando ya contaban con Bernat? ¿Los que priorizaron pagar 2,5 millones por Viera y se deshicieron de Míchel, que ha demostrado ser bastante mejor futbolista aparte de haberse criado en Paterna? ¿Los que soltaron 6 millones „más incentivos, que 6 kilos les pareció poco dinero„ por hacerse con la cinturita de Cissokho? ¿Los mismos que le dieron a Ángel Torres 6 millones por Parejo, 7,5 al Almería por Piatti y otros tantos al Nápoles por V. Ruíz? ¿Esos que vendieron al Málaga a Joaquín por 4,5 kilos y se dejaron levantar a Isco por otros 6? ¿O los que vendieron a Aduriz al Athletic para invertir lo recaudado en comprar a Valdez? ¿O tal vez los que se creyeron unos genios pagando 6 millones por Tino Costa y luego rechazando su traspaso a un equipo ruso? ¿O los que de verdad pensaron que pagar casi 2 millones por traerse a Barragán era una operación redonda?

Hay que actuar ya

El Valencia, creo que las pruebas son contundentes, está en manos de quienes no han demostrado otra cosa que incompetencia. La situación es lo suficientemente grave como para que los responsables de este desaguisado sean apartados de inmediato de sus funciones, antes de que el destrozo sea mayor o, peor aún, irreversible. Manuel Llorente ha caminado demasiado tiempo bordeando el precipicio y ya ha dado su primer traspiés. Tal vez, antes de que le pase como a alguno de sus antecesores, que apenas se atreve a salir de paseo por Valencia por temor a la condena popular, debería plantearse su renuncia. Quien tanto y con tanta contumacia se ha equivocado difícilmente va a cambiar. Está en juego el futuro de la entidad. Parece llegado el momento de que pase a manos mejor preparadas.