Americano. Americano del norte. De Boston más concretamente. Es decir, de los Celtics de la NBA, del beisbol, del fútbol americano, del hockey sobre hielo. ¿Del soccer? No, ni hablar. De nuestro fútbol (soccer para ellos) los bostonianos saben poco y les interesa todavía menos. Tan solo se juega (en USA) una liga mayor donde anidan equipos en ciudades pobladas por latinos. Pero Walter, un conocido que de vez en cuando se me cuela por las redes sociales para hacerme preguntas más o menos extrañas, es un tipo curioso. Y sí, siente curiosidad por el soccer pero más concretamente le llama la atención la pasión que levanta en la vieja Europa. Y no lo entiende. Ni el soccer ni su grandeza. Así las cosas, ayer, tras acabar el partido del Valencia ante el Getafe, me dispuse a contestarle.

Atiende Walter

Le digo a Walter „por escrito pero de alguna forma alzando la voz„que en el fútbol anida la magia de lo sorprendente, de lo inesperado, de lo imposible, de lo distinto. El fútbol es tan grande, Walter, que por ponerte un ejemplo el Villarreal es capaz de destrozar al Valencia en su campo. Luego, el propio Villarreal y en su propio campo, a la siguiente jornada, cae con estrépito ante el Getafe. Y llega hoy „por ayer„ y entonces es el Valencia el que visita Getafe y le gana gracias a un golazo de un jugador al que teníamos como desahuciado en los últimos días.

¡Vaya follón!

Claro, Walter me contesta casi sobresaltado. El está acostumbrado a que sus Celtics, cuando están bien, ganen casi todos sus partidos y cuando están mal pierdan casi todos también. Tanto cambio de rumbo como sucede en el soccer español no le entra en la cabeza. Y por eso escribe lo siguiente: «¿Entonces el Villarreal humilla al Valencia, el Getafe humilla al Villarreal y el Valencia humilla al Getafe?». Efectivamente, le contesto. Y él sólo acierta a responder un escueto... «ah».

No le digo más

Y yo lo dejo estar. Si a Walter le digo que el gol del Valencia fue de un tal Pabón al que casi casi le habíamos tirado del Valencia alucinaría. Si le añado que Pabón es el fichaje de un tal Braulio cuestionado y casi tirado a la calle por ello... flipará. Y si por último le indico que Djukic ha salvado la cabeza con la victoria en el Coliseo madrileño, seguro que deja de ser un contacto mío. Al final le pongo a Walter un simple mensaje de despedida: «El soccer es así, Walter». Por eso es mágico.