No sabemos si el fútbol lleva el camino de su tocayo, el fútbol americano, donde se paran los partidos para los tiempos muertos ´televisivos´, en los que las grandes cadenas poseedoras de los derechos solicitan ellas mismas cuando ha de pararse un partido. También existe en la NBA esa práctica deportivo-televisiva, pero no se trata, aún, de eso, sino de algo que, de momento tiene que ver con la salud de los futbolistas. Así, el Presidente de la Comisión Médica de la FIFA, el belga Michel D´Hooghe, ha abierto un debate sobre la necesidad de parar los partidos un máximo de tres minutos cuando un jugador esté conmocionado tras un choque. Obviamente, lo que se busca es la mejoría de los deportistas y evitar tragedias, pero, ¿hasta dónde se podrá ir? De momento, el 18 de septiembre el Comité Ejecutivo de UEFA estudiará la propuesta del galeno y, si es aprobada, podría llegar al ejecutivo de FIFA más adelante.

La conmoción cerebral o lo que pueda parecer así debería llevar, por lo tanto, a parar el partido pero el mismo Dr. D´Hooghe habla en su informe de cinco ´posibles´ casos en el pasado Mundial de Brasil. Esa ´posibilidad´ y no certeza, y el que se pueda utilizar para parar un partido de forma voluntaria y la valoración exacta que se pueda hacer de un hecho médico en apenas unos segundos es algo que no ha explicado el buen doctor.

Y es claro que entre el choque y la petición de suspensión han de pasar algunos segundos o incluso minutos, porque determinados choques se verán claros enseguida, por la gravedad obvia, pero otros pueden ser meros mareos o, como decía, una artimaña.

Sé que me dirán que no se puede jugar con la salud y que no va a haber futbolista que use esa triquiñuela, que es una bajeza deportiva. Pero, ¿quién está seguro de que no? Además, hasta qué categorías se debería llevar esta norma. No se sabe si podría ser para todas ellas o solo para los profesionales. Si es lo segundo, no me parecería justo, pero es lo que parece y, en principio, si se aprueba, serán los partidos internacionales de competiciones UEFA los que estarán bajo esa nueva lupa sanitaria.

La idea partió por la necesidad de proteger al futbolista pero es cierto también que en el fútbol no hay tantos casos como, por ejemplo, los puede haber en el fútbol australiano, ese deporte que se juega sin mangas y sin protección, que tiene 120 conmociones de media anual llegando hasta el fútbol americano, éste sí con protección casi por todo el cuerpo, que tiene más de 200 casos.

Quien se propone que sea el que pare el partido es el árbitro, que deberá tomar la decisión si cree que hay una posible conmoción cerebral, lo que le otorga al juez de las contiendas futbolísticas un aura ya no solo judicial sino también médica. No quiero bromear con la salud, pero, ¿no se le está dando demasiada responsabilidad al árbitro? ¿Deberá seguir cursillos de primeros auxilios?

Todas ellas son cuestiones que me planteo, no con ánimo sarcástico sino de realidad práctica y me lleva a volver a poner sobre la mesa un viejo mantra que debería ser una certeza: que los árbitros han de ser profesionales del balompié y nada más. Si se le exige tanto, no pueden dedicarse a vender seguros u automóviles o a dar clases y, además de arbitrar, a conocer de medicina, siquiera indiciariamente.

Es cierto que la propuesta es que el árbitro valore de facto y con rapidez, si hay una posible conmoción y que otorgue tres minutos al médico del equipo para que evalúe y se pronuncie sobre la salud del futbolista y, en su caso, trasladarlo al hospital, pero lo evidente es que habrá casos claros, con desmayos obvios y otros que no lo serán tanto y que están poniendo al árbitro en una situación en la que, para evitar mayores problemas, siempre preferirá parar el partido.

Pero, parando el partido está ayudando, si el hecho no es grave o sobre todo si es una exageración, al equipo de ese jugador supuestamente conmocionado. ¿Qué ocurrirá en el caso de que no haya nada? Supongo que aún no se ha pensado en las posibles sanciones porque no será fácil determinar al simulador del semi-inconsciente...

Todas ellas son incógnitas y preocupaciones que me asaltan y que no sé si se han pensado (parece que no). A veces, o diría más casi siempre, el lado bueno de las ideas conviene arroparlo con el envoltorio jurídico necesario, como aquí.

Finalmente, si se acepta esto, también debería, a mi entender, pararse el juego cuando hay un caso de golpe fuerte en una rodilla o en una costilla que pueden conllevar (sobre todo en el último) graves consecuencias físicas.

Y, ya que estamos, demos tiempos muertos para que descansen los jugadores si están bajo un sol abrasador o para que el míster dirija. Pero ya sería demasiado (¿?). ¡Tiempo muerto para pensar, por favor!