A la vista de los dos últimos partidos cuesta creer que Ancelotti convierta en realidad su convencimiento de que volverá a dar con la fórmula que haga del Madrid un equipo sólido. El italiano manifestó hace unos días en su país que no tiene duda de que encontrará "la solución apropiada", según sus palabras, como ya lo hizo la temporada pasada, en ese caso con el ´invento´ de Di María como centrocampista.

Este Madrid tiene muchos descosidos, pero sin duda alguna ninguno como el del centro del campo. La parcela central la tiene totalmente perdida el equipo blanco, que no sólo acusa las bajas de Di María y de Xabi sino también la lesión de Khedira, que Modric está en baja forma y por si fuese poco que Kroos no tiene todavía tomada la medida del trabajo defensivo que le corresponde.

La consecuencia es un equipo desequilibrado, al que le falta una buena transición entre defensa y ataque. Había quien el sábado hablaba con cierta exageración lógicamente de una disposición en el campo del tipo 4-0-6, es decir cuatro defensas, y los demás al ataque, porque esa es sobre todo la vocación de futbolistas como Kroos y Modric, la de jugar mucho más cerca del área contraria que preocupados de formar una buena bisagra. El Madrid es un equipo partido por el eje y por ello sufren también la defensa y el ataque. Los zagueros no tienen buenos apoyos y los delanteros no disponen del espacio y los automatismos que ya habían logrado la pasada campaña.

Pero con ser gordo el problema que se le presenta al Madrid para recomponer su centro de campo, que facilite al equipo disponer de un juego colectivo que echa mucho en falta, no es el único que tiene Ancelotti por resolver. El Madrid también recibe goles, y muy dolorosos, en situaciones a balón parado, para que no se diga que es todo culpa del centro del campo. Dijo Pepe nada más acabar el partido con el Atlético cuando se le preguntó por el gol de Tiago que no era que no trabajasen estas situaciones sino que no estaban lo suficientemente concentrados. Carlo Ancelotti, que debe andar mal del oído, porque aseguró que no había escuchado los pitos a Casillas, sí refrendó las palabras del defensa portugués porque habló de que a su equipo le faltó buena actitud.

Y todavía hay más, porque la situación con Casillas está tan emponzoñada que ya hay quien sostiene en el club que lo mejor que puede pasar es que se vaya. El portero empieza a ser consciente de la gravedad de su situación cuando reconoce que "me siento culpable". Casillas tiene por lo menos la valentía de no considerarse aparte del equipo. El capitán madridista aguanta el chaparrón, en forma de críticas severísimas hasta por errores que no son suyos, como en el citado gol del Atlético, con una encomiable entereza.

Tampoco se acaban aquí los problemas. Al equipo le falta fuelle físico y encima Ancelotti no da con la buena tecla de los cambios, aspecto en el que también le ganó Simeone la partida claramente. El Madrid se vino abajo en la segunda parte en San Sebastián y el sábado pasado y cuando debía notarse la mano del entrenador para tratar de al menos recomponer posiciones resulta que el técnico no hace sino empeorarlo. Curiosa situación la del equipo blanco, en la cumbre del mundo con la consecución de la décima Copa de Europa y sumido en un mar de problemas sólo tres meses y medio más tarde.