Va a hacer falta bastante más de lo que anoche ofreció el modestísimo Córdoba para descabalgar a un Valencia desmelenado de un liderato que esta vez no se antoja coyuntural. Instalado en una vorágine ganadora, a este equipo le basta con unos cuantos latigazos, eso sí, de un fútbol excelso, para desarbolar a todos esos rivales de orden menor que tantas veces se le han atragantado. Como a todos esos líderes insólitos, a los de Nuno les sale cuanto intentan y hasta incluso un poco más. Lo de Alcácer ya entra en la categoría del escándalo.

Un equipo superior

Es tanta la superioridad que por momentos demuestra este Valencia que sus partidos escapan a cualquier análisis. Habría que ir muy atrás, más de lo que le alcanza la memoria a este cronista, para recordar algo así. Resultaría fácil parapetarse en la endeblez de los rivales que ha enfrentado para justificar lo hasta ahora cosechado, pero ello obviaría que equipos tan ramplones como este Córdoba o aquel Getafe los ha habido siempre. Y han dado más de un disgusto. Lo mismo que hace cuatro días en Madrid, una presión alta ejecutada con maestría y un fútbol rápido y dinámico cuando la ocasión lo ameritaba bastaron y sobraron para hacerse con el partido ante el Córdoba. Cinco o seis chispazos cuando el enemigo bajaba la guardia, combinados con el soberano fútbol de toque de la pareja Gomes-Parejo, que de seguir así no va a hallar rival en España ni fuera de ella, fueron suficientes para crear las mismas ocasiones de gol que hace bien se presentaban en todo un trimestre. Cobrada la pieza, con una naturalidad impropia de un grupo que apenas se conoce, repleto de chavales casi imberbes, el equipo maneja los tiempos y duerme el partido como si llevara toda la vida haciendo lo mismo. Si de verdad eso se entrena -y sí, eso se entrena- uno se pregunta dónde diablos estudiaron los Pizzi, Djukic, Pellegrino y compañía.

Todo funciona

El partido fue, además, especialmente benigno con el entrenador valencianista. No entraron sus apuestas defensivas con buen pie. Lo mismo Cancelo que Mustafi acusaron los nervios propios del debut y de la edad. Se llegó a echar en falta a un Barragán poco valorado desde ciertos sectores que prefieren la marrullería tribunera de Pereira. Se concedió alguna ocasión al Córdoba por la vía de una incomprensión que aún no habíamos visto. Pero los debutantes fueron entonándose y acabaron a tan buen nivel como los demás. Se vio incluso a un Gil habilidoso reclamando a gritos poder demostrar que hay vida más allá de Piatti. Y es que tiene Nuno al equipo tan lanzado que cualquiera que se sube a este tren en marcha parece llevar toda su vida jugando a entera satisfacción. Cuáles sean los sortilegios que se ha traído del país del fado este mago portugués seguramente nunca lo sabremos, pero podemos dar fe que hasta Feghouli ha decidido ponerse a correr en lugar de sacarse brillo a la testa ante el objetivo de cada cámara de los reporteros de a pie de campo. Lo próximo será hacer que Piatti crezca palmo y medio.

El mejor fútbol

Y casi sin darnos cuenta, tenemos al equipo ahí arriba en la clasificación. Y sin las casualidades de otrora. Ha fulminado a todos sus rivales de manera inapelable, practicando el mejor fútbol que se ve hoy en España. No lo hizo, es cierto, con el Sevilla, pero todos sabemos por qué. Sólo el Madrid, pero el Madrid con Cristiano, ha mostrado por momentos la superioridad que exhibe este Valencia. Y lo del partido a partido es de una vulgaridad tan obvia que habrá que buscarlo en otras páginas. Jugando así, con este nivel de implicación, esta velocidad en la ejecución y estos futbolistas, en los próximos meses nos vamos a cobrar unas cuantas deudas que tenemos pendientes. El domingo, sin ir más lejos, llega una.