Ya está. Decidido. El partido contra el Madrid se merece una ubicación especial. Ni palco de prensa, ni palco-palco, ni tribuna generosa, ni nada de nada. Yo me voy a la grada. A una de tantas gradas... no les pienso decir cual. Vale, sí, no voy a ver el partido de cine. Es más, estaré detrás de una portería y eso significa que lo que pase en la portería contraria lo voy a vivir más fruto de la imaginación que de una visión ocular... de los ojos, digo. Pero está decidido. Mi sitio es ese. Donde me gusta ver el fútbol es en un sitio como ese. Donde disfruto el fútbol es en sitios como ese... como lo disfrutan la mayoría de ustedes.

Y con bocata

En casa me dicen que ni se me ocurra llevarme bocata, que el partido es a las cinco, que para qué. Pero yo paso. Al fútbol-fútbol, al que de verdad viven los aficionados se va con bocata de blanco y negro -como no podía ser de otra manera- y con botella de agua sin tapón... o con tapón camuflado en uno de los mil rincones que esconde nuestro vestuario. Es decir, que yo el día 4 me voy a ver el Valencia-Madrid detrás de una portería, bocata en mano, botellín de agua en mano y bufanda naranja de periodista subjetivo enroscada en el cuello. Y eso significa ni más ni menos que voy a disfrutar, a pasármelo en grande, a volver a los orígenes de cuando este deporte me robó el corazón.

Crónica parcial

Y sí, escribiré un día o dos después sobre lo que viví en ese partido. Y claro, como no estaré en ningún palco de prensa, ni en tribuna, ni acudiré a las ruedas de prensa -esas que suelen ser todas un cónclave de topicazos que no sirven para otra cosa que para rellenar páginas o para buscar tres pies a un gato que normalmente no tiene tres pies... sino cuatro- escribiré lo que me dicte el corazón. Y probablemente lo que me dicte el corazón esté excesivamente mediatizado por la pasión vivida y tienda a barrer para casa... pero eso es lo que me pide el cuerpo y lo que no tengan la más mínima duda de que es lo que voy a hacer.

¿Y los fichajes?

Pues no, en esta opinión no busquen ninguna clave para desvelar el misterio de los hipotéticos y futuros fichajes. Aquí hablo de fútbol puro y duro, de la visita de un Madrid que camina lanzado en la Liga y que cuando se atora le dan un empujoncito en forma de ayuda para que siga embalado. Hablo de un partidazo que me apetece un disparate. Y más si lo voy a vivir rodeado de muchos valencianistas anónimos que son los que de verdad transmiten las emociones auténticas que derrocha este deporte.

Arona... un detalle

Ganaron los chavales del Valencia el torneo que encabeza José Ramón De la Morena. Y lo hicieron bien, con grandeza, jugando un gran fútbol. ¿Y? Pues miren, yo cuando vi a nuestro entrenador -hablo de Quino, el mejor del torneo- me acordé que es sobrino de un médico que fue jefe de servicio en el Valencia. Hablo de Carlos Sánchez Marchori, un grande, que tuvo que lidiar entre otras muchas cosas con el cáncer testicular de Lubo Penev. Ya ven, de casta le viene al galgo... pedagogía familiar. Enhorabuena... a todos, claro.