Reparto de puntos entre dos equipos que dominaron sendas mitades de partido. La primera fue del Deportivo, que se dio un paseo por Mestalla como no se dio ni Arsenio Iglesias. La segunda, del Valencia, que hizo demasiado poco y demasiado tarde para completar la remontada. De lo uno y de lo otro, el máximo responsable fue el mismo: el señor Espírito Santo. Sea o no por la presencia del propietario del club, el ataque de entrenador fue de los que se recordarán.

Ni once ni sistema

Optó Nuno por refrescar el once como mejor antídoto contra la resaca europea. Acompañó su arriesgada apuesta con un novedoso sistema de juego: colocó a De Paul de media punta por detrás de Negredo. El resultado fue un auténtico desbarajuste y la absoluta desintegración del equipo, que simplemente no compareció durante cuarenta minutos. La desconexión entre líneas fue de manual de lo que no hay que hacer, la colocación en el campo deficiente, la actitud defensiva muy mejorable y el cóctel final una invitación al Deportivo a adueñarse del campo de juego, cosa que hizo y bastante bien. Ni ellos mismos se lo creían. En el minuto 25, tras el enésimo acercamiento peligroso de los visitantes, llegaron los primeros y merecidos pitos de Mestalla para los suyos. Que nadie pareció escuchar. El Valencia seguía por entonces dormitando al ritmo cansino, pastoso, exasperante que marcaban Fuego „que está para otras cosas„ y Danilo, que mostró estar muy verde para este tipo de envites. Por si eso fuera poco, en uno de los varios saques de esquina que ejecutaron los de Víctor, Ryan se traga un balón alto, diáfano y facilito, que a punto estuvo de costar un disgusto. Murmullos en la grada hacia un portero que ya en Mónaco emitió señales preocupantes. Fue la antesala del golazo deportivista. Vezo pierde un balón, el enésimo de un futbolista que no está, Fuego no encima al rival y Lucas la clava sin remisión. Todo por la banda derecha de su ataque, de nuevo una autopista. Ni Vezo ni Gayà han empezado al nivel de la pasada temporada y el equipo se resiente. Tras el gol, pequeña reacción local. Se vio alguna carrera, se llegó a forzar un córner, de resultas del cual llegó el gol de Negredo. Hace unos meses el balón no le hubiera caído a él, así que habrá que congratularse.

Demasiado tarde

Lo primero que hizo Nuno tras el descanso es retrasar la posición de De Paul. Cualquier otro terrícola lo habría hecho a los cinco minutos de partido, cuando ya era evidente que con ese planteamiento el único que podía hacer llegar balones a los delanteros era Mustafi. Pero Nuno es así. Si fuera albañil, sería capaz de construir la casa entera, aunque con las paredes torcidas, para derribarla una vez terminada, antes que rectificar sobre la marcha y enderezar el muro cuando toca. El argentino era la poquita fantasía que tenía ese once y su alejamiento del balón resultaba un sinsentido. Reasumido el control, y con el Deportivo de nuevo en su rol de equipo visitante „pareció el local durante la primera parte„, el Valencia fue creciendo. Dio un paso más con los cambios. Ni Mina, muy blando e impreciso todo el encuentro, ni Danilo, que fue de menos a más pero falló controles y pases impropios de su pasaporte, estuvieron bien. Su concurso para el futuro, al menos los dos juntos en un once, se antoja un regalo demasiado goloso para el adversario. La mejor ocasión llegó tras un centro envenenado de Feghouli que, coincidiendo con la negociación de su nuevo contrato, corre lo que no ha corrido los últimos cinco años. De Paul se durmió. Lo que sería este chico si no tuviera siempre que dar dos, o hasta veinte, toques al balón. Y no hubo mucho más. Un acoso sin derribo, con poco orden y menos concierto, que terminó con Alcácer metiendo el pie en el último minuto para no acabar de concretar una jugada que pudo dar los tres puntos. Terminó Paco, por cierto, el partido con una fea protesta al colegiado, que poca culpa tuvo. Si el otro día fue Gayá quien no dio muestras de deportividad, esta vez le tocó a él. Los que protestan al árbitro al terminar el partido llevan otro escudo, no el murciélago. Preocupante.

¿Rotaciones en agosto?

Lejos está, pues, la imagen de este Valencia de aquel que en el verano de hace un año nos hizo soñar con volver a tiempos mejores. Superados los fastos de Mónaco, hemos vuelto a más de lo mismo. Ha apostado su entrenador, además, por empezar las rotaciones en el mes de agosto y no le ha salido bien. Su error de cálculo se puede pagar caro en una Liga que va a estar de lo más reñida por esas dos plazas de Champions que dejan Barça y Madrid para los demás. La llegada de Abdennour vendrá como agua de mayo, pero no solucionará otras carencias que parecen evidentes. Cabe preguntarse, por ejemplo, qué está pasando con Rodrigo. Quien lo recuerde en el ya lejano verano de 2014 no reconocerá a este futbolista que ahora dormita como si se hubiera caído en un barril de pócima tranquilizante. De igual modo, dar descanso a Parejo está muy bien, pero si se hace para que Danilo construya el juego del equipo, el precio a pagar acaba siendo alto. La afición se fue a casa mosqueada y con razón.