Parto desde la base de esa falsa acusación que siempre me haces cuando pierdes los debates conmigo en esta página de SUPER. Esa en la que siempre me dices que escojo la opción más sencila y populista para defender. Y precisamente te retratas al salir a tirar una bengala de señalización para que salten todas las alarmas justo después de empatar (ojo, ni siquiera perder) un partido que el Valencia jugaba fuera de casa.

Soy consciente de que, como dijo Pep Guardiola, cualquier razonamiento que intente explicar un resultado que no sea una victoria suena a excusa. Vale, de acuerdo. Pero te has pasado dieciséis millones de pueblos, Salvatore. El Valencla empató en Getafe y, ¿ahora qué hacemos?, ¿tiramos ya a la calle a Pako Ayestarán?

Mira, es cierto que el partido fue malo para el Valencia CF. No seré yo más papista que el Papa, y si el propio Pako dijo que se encontraron un punto y que no le había gustado la intensidad de su equipo no voy a ser yo el que intente ‘desfacer’ un entuerto contra molinos de viento, como si fuera Don Quijote. Pero sí creo necesario realizar varias puntualizaciones. Comenzando porque la primera media hora de fútbol fue francamente buena (de hecho casi marcas el primer gol a los 13 segundos de juego). Segundo, porque creo que el equipo acusó muchísimo la acumulación en domingo-miércoles-domingo. Y ya sé que me dirás que también acumuló el Getafe los mismos partidos en los mismos días (abro paréntesis para decir que la Liga lleva dos años consecutivos poniendo tres de las últimas seis jornadas en siete días con todo el cansancio acumulado y todo lo que hay en juego. Allá los clubes con el calendario que le aprueban a Tebas. Son presos de su inacción) pero el Valencia CF está devastado físicamente tras la penosa preparación que perpetró este verano Antonio Dias, el encargado de esta faceta con Nuno Espírito Santo.

Pero, aún así, el equipo salió a ganar en el Coliseum Alfonso Pérez de Getafe. Y sobre todo, mentalmente el equipo supo reaccionar al final para conseguir revertir la derrota. Igual que lo hizo contra el Sevilla para revertir el empate en los instantes finales.

Una cosa es que no funcionaran las piernas —la intensidad— y otra bien distinta es la voluntad de los futbolistas, que sí fue la de querer ir a por los puntos. Recuerda que Ayestarán se mostró disconforme con la intensidad, nunca con la implicación.

Así que hablar de una disolución del ‘efecto Ayestarán’ está muy bien para un polemista como tú. Otra cosa es lo que diga la realidad. Y la realidad muestra que este efecto está vivo y muy vigente.

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