Me encantan los Juegos Olímpicos. Si no tuviera a dos nanos muy nanos en casa —quiero decir pequeños— me pasaría la mitad del día mirando los Juegos por la tele. Y por ahí, al margen de gestas y derrotas de esas que te hacen daño, es por donde mi imaginación se marcha de vez en cuando a visitar a nuestro Valencia y obviamente es por donde a mí me entra un bajonazo de difícil digestión. Vale, sí, me muevo por las redes sociales intentando recuperar cierto optimismo positivista, pero lo que me encuentro es una invitación a seguir mirando los Juegos y a olvidarme del Valencia. Queda tanto por hacer...

Nadal y Abdennour

Estoy escribiendo mientras veo a Nadal por la tele —desconozco si es en directo o en diferido... por ahí les aseguro que ando un poco perdido— y miro sus gestos y su implicación y por ahí, seguramente de forma injusta, me viene a la mente Abdennour y la ausencia del espíritu de Nadal en el central valencianista. Vale, sí, es una comparación injusta por mi parte, pero es lo que me está sucediendo en estos momentos. Y me refiero a algo muy simple que no tiene nada que ver ni con Nadal ni con Abdennour. En el Valencia CF me falta de todo. Me falta alegría e ilusión. Y lo grave del caso es que no veo una solución a corto plazo.

Todo por montar

Pasan la fechas y yo sigo viendo una falta de cohesión absoluta en los planteamientos del club. El equipo en sí es muy poquita cosa y da la impresión de que no hay prácticamente un euro para hacer o construir un equipo medianamente razonable. Lo que tienes es muy poco y eso se demuestra con bastante claridad en lo partidos amistosos que estás jugando. El Valencia de hoy en día es un plantel pensado —o ejecutado en lugar de pensado— más para evitar caer a segunda división que para soñar por uno de esos puestos que te dan opción a jugar en Europa. El Valencia tiene jugadores carísimos que no le sirven para nada. Y el problema, obviamente, es conseguir despejarlos la plantilla para poder competir dignamente.

Comparación

Vuelvo a lo Juegos Olímpicos e inmediatamente tiendo un puente triste de comparación entre los organizadores de dichos Juegos y el Valencia CF actual. Los Juegos tienen la emoción de la competición, de la lucha, de la confrontación, pero su organización es tan lamentable como la organización del Valencia actual. A los seguidores de los Juegos y a los del Valencia nos queda una sensación bastante parecida. Tendemos a evitar la crítica de puro enamoramiento, pero la auténtica verdad aguarda a la vuelta de la esquina. Y la verdad no entiende de engaños. Y esos engaños son claros: ni el Valencia sabe a dónde va ni los organizadores de los Juegos tampoco. Ahora, eso sí, nos queda la ilusión como única arma de defensa. Que no es mucho en estos tiempos que vivimos... pero algo es algo.

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