Un error garrafal, una temeridad, un torpedo a la línea de flotación de la paz social levantinista. Es la única manera de calificar la decisión del Consejo de Administración de promover un sistema electoral en la Junta General de Accionistas del día 19 que tiene como único objetivo silenciar a toda costa el pluralismo de opiniones en la Fundación granota. De este modo, la mayoría impondrá su rodillo, pudiendo copar los 12 patronos que deben emanar de dicha reunión.

La presunta voluntad democratizadora que los voceros del club quisieron cacarear a los cuatro vientos ha quedado en evidencia, cumpliéndose los peores temores de gran parte de la masa social. Por desgracia, parece que los nuevos estatutos de la Fundación no serán una herramienta para abrir este organismo a más voces. Al contrario. Quico Catalán y los suyos han optado por bunkerizar la institución pervirtiendo así un proceso que debía servir para lograr una mayor unión entre todos los estamentos y sensibilidades.

Todo parece indicar que el siguiente paso en la estrategia del pucherazo promovida desde los despachos del Ciutat de València será tumbar la propuesta de compra de José Luis López. A pesar de que el expresidente ha manifestado de forma pública que no tiene ningún interés más allá de inyectar dinero en las arcas de la Fundación, y regalar las acciones a colectivos de base como la Delegación de Peñas y los accionistas minoritarios representados en el FROG.

Los máximos dirigentes de la entidad azulgrana deberían rectificar de inmediato su decisión, si no quieren ser los autores materiales de una fractura innecesaria entre levantinistas. Para evitarlo basta con limitar las opciones de voto de los accionistas a dos candidatos por cada uno de los tramos (tres) establecidos en la elección de los nuevos patronos.

El Presidente del Levante debería ser sensible a una reivindicación justa, razonable y que además, es respetuosa con el espíritu de los acuerdos alcanzados por consenso en la reunión del Patronato celebrada el pasado 15 de noviembre. En su mano está tomar la riendas, cambiar el rumbo y liderar un verdadero proceso de democratización de la Fundación. La senda actual sólo puede conducir a la polarización y a la deslegitimación de su mandato.

Más opiniones de colaboradores. Aquí