Tendrá que seguir Prandelli buscando un camino para salir del callejón sin salida en el que tiene metido a su equipo. La doble bronca, a la cara y al micrófono, no le ha servido de nada. Lo visto en Anoeta no se desvió un milímetro de lo que hasta hoy nos ha ofrecido el Valencia CF: futbolistas mal colocados -¿quién te lee la cartilla a ti, Césare?-, errores individuales clamorosos, inoperancia absoluta en ataque y la terrible sensación de que estos chicos van a acabar con los huesos de un histórico en segunda división.

Partido raro

El partido fue raro entre los extraños. El Valencia se hizo dos goles con tanta rapidez que todo apuntaba a un ejercicio de autoinmolación con mensaje inequívoco al banquillo. Lo que se vio en el primer gol de la Real no tiene precedentes en la historia de la Liga y el que piense, sin haberlo visto, que este cronista exagera, sólo tiene que recuperar y visionar las imágenes. Lo que hacen Abdennour, primero, y sus coleguis después ameritaría la apertura inmediata de un expediente disciplinario y competencial. Un ridículo histórico del que muchos valencianistas no se van a recuperar jamás. Apuntalado poco después por otra aberración defensiva previa al segundo gol local que parecía dejar claro que ahí había gato encerrado y el felino llevaba el nombre de César.

Errores de Prandelli

Pero no. Se demostró más adelante que no es que quisieran perder para devolverle al entrenador sus dardos en sala de prensa. Es que no dan para más, amigos. Lo cual, estaremos todos de acuerdo, es incluso peor y nos lleva a lanzarle una pregunta al míster valencianista: ¿de verdad cree usted que este Valencia está preparado para defender los saques de esquina en zona? ¿Césare, está usted por ahí? A detener la hemorragia que los visitantes tenían en su banda derecha contribuyó su entrenador sacando del campo a un inoperante -como todos los demás- Fede C. y variando la disposición táctica de un rombo en el centro del campo a un 4-1-4-1. Y vuelvo a dirigirme a ese entrenador al que el bueno e inocente de Carlos Bosch se agarra para creer en algo de este club: ¿Sabe usted, amigo Césare, que el tal Yuri es el tío que mejor ataca por esa banda de todo el fútbol español? ¿De verdad quería usted pararlo con un rombo en el centro del campo y con Fede C. en el vértice derecho del mismo? ¿Qué hubiera sucedido si ordena usted marcar al hombre los corners y, por añadidura, se deja de rombitos en el centro del campo? En la vida ocurren pocas cosas por casualidad y es obvio que el Valencia es el gran enfermo de esta Liga, pero digamos que sus cuidadores a veces parecen cuanto menos poco preparados para administrarle el tratamiento necesario para curarlo.

Lo menos malo

La cuestión es que la Real no hizo, precisamente, su mejor partido en lo que va de curso, a pesar de lo cual marcó tres goles, falló un penalti y no marcó otro de puro milagro. Milagro porque fue Santos quien sacó un balón en la línea de gol. El mismo Santos que poco antes había cometido el penalti más alucinante que recuerdan los anales. Se llevó por delante sin ton ni son al delantero rival... ¡y todavía tenía los arrestos de señalar la pelota! Así que si Prandelli de verdad está confeccionando la lista de los que no dan el nivel, tal vez los centrales de ayer le hicieran incluso un favor. Recordar que por ellos se llegó a abonar traspaso -regalados y con la ficha pagada ya serían carísimos- hace que más de un valencianista esté a un paso de volver del más allá para manifestarse, visto que los que están más acá están demasiado tiesos para hacerlo. La otra buena noticia fue que por fin vimos un rato al Valencia sin Suárez. Uno creía que no le alcanzaría la vida para disfrutar ese momento. Que, por añadidura, saltara en su lugar un chaval de la casa era algo que sinceramente no nos merecíamos. Es de suponer que la cercanía de la Navidad ha ablandado al ´salvatore´ Prandelli. Al que, para acabar, se le podría formular otra preguntita: ¿De verdad en el Mestalla no hay nadie mejor que Santos y Abdennour? Si no es así, que lo liquiden y se gasten el dinero que cuesta en asados argentinos en casa del Chori Domínguez.

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