Para poner en contexto el partido de anoche hay que empezar diciendo que el Osasuna es no ya el equipo más flojo de esta Liga sino, probablemente, el peor de cuantos han jugado en primera división a lo largo de los últimos cuarenta y cinco años. Sus posibilidades de no descender esta temporada son casi nulas y sus ocho puntos parecen hasta muchos visto el poder de su fútbol. Dicho esto, en el partido de ayer fue mejor que el Valencia. Tuvo más fe, llegó a trenzar alguna jugada con cierto criterio, dispuso de más ocasiones y no ganó porque, sin ánimo de ofender a nadie, estos chicos no dan para más y su defensa es un auténtico manual de suicidio futbolístico. Gracias a eso, a que el rival era un desastre completo, consiguió el Valencia marcar hasta tres veces. De poco le sirvió. Mario Suárez se encargó de dinamitar todas y cada una de las ventajas que fueron consiguiendo sus compañeros a lo largo del encuentro. Quien decidió ponerlo a hacer de central, o de lo que sea, no fue Peter Lim, por cierto.

Valencia vs Suárez

El partido empezó bien para el Valencia. A veces incluso sucede así. Siqueira centra bastante mejor que el Gayà post-renovación y al minuto de empezar puso un balón que empaló certeramente Munir. Con eso se contentó el marroquí, que desapareció. Siqueira no. Fue él quien más destacó en el primer tiempo. Luego, claro, lo pagó, porque el Valencia no contrata ya a gente normal y sí a futbolistas, como el brasileño o Bakkali, que sólo pueden jugar 40 minutitos. Volviendo al asunto, la alegría duró poco. Lo que tardó Mario Suárez en entrar en juego. Que Voro conozca como pocos la posición de central y pusiera en liza al medio centro bandera de García Pitarch sólo tiene dos explicaciones: la imposición asiática o la abducción alienígena. En ambos casos, el resultado es el mismo y no deja, ni mucho menos, al nuevo entrenador del Valencia en una posición precisamente cómoda. Porque si el Valencia se encontró de pura chamba de nuevo delante en el marcador tras gol en propia meta osasunista, una nueva intervención de Suárez volvió a meter a los rojillos en el ajo ¿Es posible que lo haga a propósito?, me preguntaba una aficionada de las afueras de Sagunto. Ni idea, señora.

Cero propuestas

El Valencia no propuso nada. Tiró un poco de sus laterales mientras pudieron y se perdió en un cruce de despropósitos en un partido que bien podía ser de la Fourth Divison británica. Voro apostó por Soler buscando la complicidad del aficionado y el chico cumplió. Como mínimo demostró no ser en nada inferior a Medrán, lo cual nos devuelve de nuevo a preguntarnos si de verdad hace falta estudiar media asignatura de algo para ser director deportivo del Valencia. Pero en la zona ancha el Valencia nunca mandó. Parejo sigue siendo imprescindible incluso en días de espesura como ayer y Pérez una especie de sombra que mira no se sabe muy bien adónde mientras las divisiones enemigas se cuelan por todas partes. Poco cambiará este equipo mientras la pareja Suárez-Pérez siga conformando la columna vertebral del mismo. Lo decimos desde que empezó la Liga y así seguiremos.

Míster, por favor

De manera que Voro ha empezado esta andadura, que nadie sabe si acaba hoy, mañana o cuando la señora Chan sea feliz abuelita, un peldaño por detrás de Prandelli. Cesare, antiguo santo y seña de la reconstrucción, consiguió ganar en Gijón. Luego vino lo que vino. Así que ahora, tras este pírrico empate en Pamplona, es mejor ni pensar en el mañana. Para arreglarlo poco podemos pedirle a Lim. Ya se le han visto las costuras y sabemos bien a lo que ha venido. A Voro, en cambio, sí que uno tendría el atrevimiento de pedirle un poquito, solo un poquito, de por favor. Que nos vamos a Segunda.