El Comité Ejecutivo de FIFA ha dado ya su visto bueno a lo que todos esperábamos, tras la decisión de aumentar el número de participantes en el Mundial a 48. En efecto, ha repartido los naipes y algunos pueden pensar que ha habido trucos y que algún trilero se ha colado.

No lo sé, pero el reparto permite que la Conmebol, la confederación sudamericana, tenga prácticamente a todos sus miembros casi clasificados, seis de diez. Por lo tanto, el miedo de algunos argentinos a que su país no se clasifique para el próximo mundial casi se desvanecería si estuviéramos ya en los 48 magníficos. Además también pierde esa famosa eliminatoria con Oceanía en la que se jugaba el puesto el quinto de la clasificación de aquélla confederación.

Asimismo, la propia Oceanía accede a algo que le estaba negado desde siempre: un puesto directo sin tener que pasar por el angustioso play-off final. Ahora, casi siempre tendremos a los simpáticos All Blacks de Nueva Zelanda, que no creo que pierdan su puesto en cada Mundial, ahora que Australia está en la confederación asiática (AFC).

Los africanos, continente muy relegado a tenor de sus jugadores, saltan de cinco plazas a nueve, con lo que casi doblan a los clasificados anteriormente. Esto permitirá ver selecciones habituales y a alguna sorpresa que otra. África, cuyo primer mundialista fue Egipto en 1934, no ha tenido la necesaria participación en estos campeonatos, si tenemos en cuenta sus jugadores. Es cierto que no ha habido ninguno que se haya alzado con el título pero, cada vez más, se ven a sus equipos lograr pasos históricos.

Por lo tanto, no es de extrañar este salto de equipos, teniendo en cuenta que hay más de cincuenta selecciones posibles. Además, recordemos el partido, por llamarle de alguna forma, en el mundial de España 1982, entre Alemania del Oeste y Austria, que acabó en un bochornoso empate a cero y que dejó al representante africano, Argelia, fuera de la fase siguiente. Este tongo sigue siendo uno de los puntos negativos de la Copa del Mundo y quizá con el aumento de plazas podamos volver a ver a los argelinos pronto en un Mundial para reivindicarse.

Europa, nuestro continente, sube de trece a dieciséis. Es cierto que es un pequeño aumento, pero también somos el que más selecciones aporta al campeonato y esa ligera subida en el número podría impedir que muchos equipos históricos tengan la oportunidad de no fallar, lo que ha ocurrido en los últimos años. O, si no, podrían tener su chance alguno que está siempre cerca.

Y, en ese sentido, me queda una pregunta en el aire, porque al aumentar los números también aumentan, o podrían hacerlo, los problemas. Así, con dieciséis equipos, la selección de Israel, que juega en la UEFA como europea aunque no lo sea, ya que fue expulsada hace ya décadas de la AFC por la presión de los equipos musulmanes, podría clasificarse, como ha estado cerca en alguna ocasión.

¿Qué pasará entonces si se tienen que enfrentar en la fase final de un mundial con un equipo musulmán? Hay varios que se clasifican siempre, aunque Australia y Japón parecen siempre favoritos y quizá China despierte algún día, pero con el aumento de cinco a ocho equipos para la AFC, estamos en cierto riesgo de que exista esa posibilidad, ya no tan descabellada.

Veremos qué hará FIFA entonces. Seguramente pensará en sortear a los enemigos en distintos grupos, con la esperanza de que no se clasifiquen para la fase siguiente. Es bueno ampliar a más posibles participantes pero, con las enemistades políticas que existen, puede crearse un fondo de cultivo difícil de arreglar.

No obstante ello, el que FIFA haya abierto a más selecciones la posibilidad de participar y que muchas que no podían tenga la chance de recalar en una fase final de un Mundial es algo que los aficionados al fútbol no podemos desechar. Sin embargo, no creo que sea bueno mantener un número fijo para cada confederación porque los seis de la Conmebol son el 60% y los nueve de África son un poco menos del 20%, por lo que habrá que ver, a mi entender, cuales son los resultados en los futuros mundiales para, en su caso, modificar el cupo, lo que, sin embargo, supondrá un problema al creer cada cual que es un derecho adquirido. La FIFA debería velar por eso e indicar que es solo una decisión revisable.

Finalmente, ya que está cerca la Semana Santa y habrá tiempo de descanso, recomiendo la lectura del libro de Dario Fo, ´El Campéon prohibido´, la historia de un boxeador judío al que el nazismo le impidió mayores glorias.

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