Valencia y Athletic dejaron un buen partido en Mestalla. No se puede decir que ganaran los de casa por ser mejores. Hubo fases de todo y fallos defensivos para dar y tomar. Seguramente lo hicieran porque cuentan con Zaza, que marca goles y diferencias y también gracias a esa suerte que tan esquiva le ha sido a este club en los últimos tiempos. Pero de ningún modo se puede decir que no hicieron los chicos de Marcelino méritos para llevarse el partido.

A lomos del italiano

Este Valencia nunca camina con prisa. Empezó tranquilo, tanteando al adversario. La posición de Soler, guardando la espalda de Parejo, alejaba el talento del portero rival. El Bilbao, plagado de futbolistas recién llegados al negocio, apretaba sin ofrecer mucho a cambio. Sorprendió Ziganda relegando a tipos como Raúl García, Beñat o Aduriz. Un ataque de entrenador de esos que te cuestan puntos. Es de suponer, sin embargo, que al mirarse al espejo de vuelta a la caseta el Cuco se debió ver guapísimo. No pasó nada en veinticinco minutos. Ahí empezó el Valencia a apretar. Y la diferencia la marcó Zaza. El italiano está materialmente on fire. Primero fusiló a Kepa, en una acción clavada al tercero de Anoeta, sin ceder un resquicio a la duda. Un buen pistolero apunta directo entre los ojos. Más tarde se impuso a los centrales vascos y dejó en franquicia a Rodrigo para embocar. Fueron dos ocasiones que le regaló el italiano. La primera la marró Rodrigo, como suele. Tuvo tiempo para pensar y disparó al muñeco. Nada nuevo bajo el sol. Lo de la Roja suponemos que es un premio a Marcelino -aunque también iba Alcácer, al que ya se ve cómo le luce el pelo en Barcelona-. En una segunda ocasión, en carrera y sin tiempo para pensar, el 19 blanquinegro se adelantó a Kepa, que salió a por mariposas y cazó la cabeza del delantero. Penalti sin remisión. Un primer tanto en un contragolpe que inició con clase Soler y un segundo en una prolongación por arriba. El Valencia no se complicó la vida y cabalgó a lomos de Zaza.

Todo cambió

La reanudación no tuvo nada que ver con lo anterior. Los visitantes echaron mano de la gente que sabe y, con poco que perder, dieron un paso hacia adelante. Al poco de salir, Aduriz ya avisaba por arriba. Paulista, en su peor partido hasta la fecha, empezó su calvario. El Valencia se deshacía, perdido en los caracoleos y disparos sin sentido de un Pereira muy desafortunado. Ahí se echó en falta a Kondogbia. Lo que tenía que pasar sucedió y una escandalosa dejación de funciones de Gayà, que no sabe qué hacer para que le den un merecido descanso, plantó a Aduriz sin oposición a dos metros de puerta. Gol. Comenzaban los nervios. Callaba Mestalla. El Athletic se hacía con el control. Pero un nuevo error de su portero le puso en bandeja el tercero a los locales. Allí donde no llegaba el fútbol, encontraban los de Marcelino la suerte, o el infortunio del rival, como aliado. Después llegó el correcalles. Guedes a punto estuvo de coronar otro partido aceptable remachando una asistencia de Zaza -cómo no-. Raúl García recortó distancias y bien pudo empatar poco más tarde. El Valencia se desangraba por la izquierda. Paulista y Gayà dieron un recital de imprecisiones. Pero el equipo se sustentó. Incluso apareció Neto, que tuvo bastante que ver en la victoria. Para eso están los porteros y, si no, que se lo digan a los leones.

Pequeñas lecciones

Y sigue la racha, que no es poco. Cada partido es un mundo y de este aprendimos que Kondogbia se echa en falta como el comer, que Zaza sigue en racha y enchufado y ratificamos que Gayà no está en absoluto para seguir en el once. La suerte también juega y, aunque sea por una vez, el Valencia supo aprovecharla. Con la flor y a toda vela.