Ha costado más de lo previsto hace un mes pero ya podemos celebrar que el Valencia vuelve a la competición que debería disputar todas las temporadas. Cierto es que de las últimas 20 ediciones, en 11 ha estado la bolita del Valencia CF en los bombos. Casi nada. Pero estos dos últimos años a la deriva invitaron a pensar que Mestalla iba a tener difícil volver a escuchar en su megafonía ese himno que pone el vello de punta. Gracias a la cordura que impera en el club desde la llegada de Mateu Alemany, se ha conseguido una clasificación que, si soy sincero, en agosto no contemplaba como objetivo real. No me van a negar que en verano era una incógnita el rendimiento que pudieran ofrecer fichajes como Kondogbia, Neto, Paulista, Guedes o Murillo. Que Marcelino era buen entrenador y podría sacar lo mejor de cada uno, no había duda. Pero lo difícil era que lo consiguiera. Y tampoco era tarea fácil rehabilitar a jugadores como Parejo, Rodrigo, Santi Mina, Garay o Gayà, que habían vivido una de sus peores temporadas. Por todo esto, me parecen incomprensibles las críticas que está recibiendo el equipo este mes por enlazar cinco partidos sin ganar. Esto demuestra que el aficionado sólo entiende de 'cortoplacismo' pero de vez en cuando vale la pena pararse a reflexionar y ver las cosas con un poco de perspectiva.

Celebraciones

Otra cosa son las celebraciones. Soy de los que opinan que una cuarta plaza no se debería festejar como lo hizo el equipo el pasado fin de semana en el vestuario del estadio de la Cerámica. El Valencia sólo debería celebrar los títulos. Dicho esto, puedo llegar a entender la euforia de un grupo de futbolistas en su mayoría muy jóvenes y en su minoría 'rehabilitados' para el fútbol. Que Santi Mina y Rodrigo celebren una clasificación para la Champions me parece de lo más normal. Que Paulista, Neto y Kondogbia vuelvan a saborear sensaciones de éxito como antaño, también. El problema fue la derrota ante el Villarreal. Celebrar después de perder, es chocante. Pero me reitero, hay que comprender el contexto. Venimos de donde venimos? Perspectiva.

Pachanga

Que el amistoso del Valencia en Riad pareció una pachanga y dio un poco de vergüenza, lo compro. Jamás pensaría que el club se plegaría a unas condiciones tales de partido. Es cierto que la amenaza de una tormenta de arena no se puede prever, o sí. Pero que se interrumpa el partido por una oración o que una de las protagonistas del mismo sea una señora con burka negro podría haberse evitado, creo. Un club como el Valencia que presume de embajador de la igualdad de las mujeres se vio envuelto en una situación vergonzante por medio millón de euros. Como dice mi amigo Ignacio Fernández-Delgado, es una muestra insignificante más de la doble moral occidental, pero se podría evitar. De lo futbolístico, nos debemos quedar con el debut de Gonzalo Villar con el primer equipo y con la vuelta de Javi Jiménez. Porque no meter ni un sólo gol a ese equipo «reforzado» con viejas glorias es un poco preocupante. Menos mal que el objetivo de la Champions ya está conseguido.

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