España acudió a Rusia, pero se encontró con que nadie quería jugar a fútbol con España. Ni Portugal, ni mucho menos Irán, tampoco Marruecos ni, final y vergonzosamente, Rusia quisieron hacer otra cosa que adulterar este deporte con tácticas cobardes, vergonzosas y patéticamente antideportivas. Tener que soportar que una potencia deportiva mundial como Rusia, jugando en casa, salte al campo sin otro objetivo, lamentablemente conseguido, que intentar llegar a los penaltis es una penosa adulteración de lo que debería ser el deporte. Ya puede la FIFA buscar remedio y justo castigo para todos estos piratas disfrazados de seleccionador si no quiere que en pocos años esto se convierta en una feria de segunda, con equipos que saben jugar en un lado y pandillas de defensores en bloque sin otro ánimo que destruir en el otro.

Y que una moneda y no el buen juego decida quién gana ¿Alguien imagina un play-off de la NBA con un equipo que se niegue a atacar y le dé el balón permanentemente al rival para jugar al contraataque? ¿Alguien concibe un partido de la NFL con uno de los equipos compuesto casi exclusivamente de defensas? Aquello es deporte, un espectáculo de masas donde todo el mundo intenta ser mejor que el rival. Esto que hemos tenido que soportar ha sido todo menos deporte.

Sin soluciones

Nunca supo la Roja cómo meter mano al cerrojazo ruso. Y no es novedad. En realidad, son ya varios campeonatos de selecciones y temporadas de clubes en los que nadie ha dado con la llave para desactivar ese tipo de defensas a ultranza. Ni la Roja ni su alter ego azulgrana han sabido imponerse casi nunca al antifútbol. El factor sorpresa que nos dio tantos éxitos ya no existe. Si alguien sabe cómo meterle mano, está todavía por descubrir. Hierro, como antes Del Bosque o Guardiola, ha fracasado en el intento. El seleccionador creyó firmemente en el estilo, en los futbolistas y en De Gea Pero el estilo lo llevó a chocar contra una muralla infranqueable, los apólogos de las viejas esencias no encontraron jamás la llave y De Gea se va del mundial con una sola parada en cuatro partidos, seis penaltis en contra incluidos.

De Gea y Piqué, señalados

PiquéAdemás de un portero muy mal escogido, y como sucedió hace cuatro años, a la Roja le han vuelto a fallar los centrales. Esta vez una mano absurda de Piqué, que ya concedió a Ronaldo una falta innecesaria que nos birló el primer partido, permitió a una Rusia que solo disparó entre los tres palos desde el punto de penalti igualar un partido que parecía plácido. Es hora de renovarse y dos mundiales consecutivos fallando son demasiados. Fue un solo error en todo el encuentro, justo el día en el que a nivel defensivo se tuvo todo bajo absoluto control. Suficiente para mandarte a casa y, esperemos, para pasar página. De poco sirve ser de los mejores del mundo en tu club si cuando llega la hora de la verdad, y ya vemos cómo se toman todos los futbolistas un mundial, concedes un gol cada dos partidos. Tanto más sabiendo que detrás tienes a un portero de futbolín.Nuevo estilo

De cara al futuro habrá que buscar soluciones. O se encuentra la persona, más bien el mago, capaz de luchar contra ese fútbol físico y defensivo que parece va a imperar en todo lo por llegar, o se cambia definitivamente el chip, se busca otro tipo de futbolista y nos ponemos a jugar como todos los demás. Por fortuna, España ya no es el país de los bajitos peludos que se quedaban embobados mirando a las suecas en Cullera. Tenemos suficiente materia prima para jugar de otro modo. El famoso estilo, ese que tanto han defendido Busquets, Piqué, Isco, Silva o Iniesta, ya no sirve. Hay que buscar otro mientras se sigan aceptando cosas como la que permitió a Rusia echarnos del Mundial. De nada sirve una fase de clasificación más o menos brillante si cuando llega la hora de la verdad no sabes hincarle el diente a once tíos por detrás del balón. Somos España y porque lo somos nos pasan estas cosas. Volveremos.