Despedí mi opinión del domingo afirmando que el Valencia CF había tenido la mala noticia de no poder convencer al Atalanta para que bajase el precio de Hans Hateboer, pero a su vez estuvo muy rápido para responder con un fichaje, el del lateral derecho Piccini. Una operación, la del italiano, que tenía muy avanzada, aunque en stand by a la espera del veredicto de los de Bérgamo con el holandés. Piccini pasará esta mañana el reconocimiento médico y por la noche aterrizará en Suiza para unirse a la pretemporada a las órdenes de Marcelino García Toral. Sin duda, este Valencia ha cambiado mucho en solo un año porque, a 23 de julio, tiene prácticamente configurada la plantilla con la que competirá en el año su Centenario. Al 90%. Eso ha sido posible gracias a la clasificación para la Champions y al buen trabajo que se está haciendo en las oficinas para conseguir las piezas que el entrador cree necesarias para construir una gran plantilla.

La llegada de Cristiano Piccini pudiera no ser la única en este stage de Suiza porque Valencia está convencido que en las próximas horas el Atlético de Madrid debe liberar, definitivamente y de una vez por todas, al francés Kevin Gameiro, con lo que Marcelino tendría la delantera prácticamente cerrada. Y digo prácticamente cerrada porque empiezo a detectar en el club un cierto aperturismo a la opción de que el italiano Zaza siga en la plantilla de esta temporada 2018/19. Hace dos meses era algo impensable que Simone fuera a jugar el Valencia esta campaña, pero con el avance de la semanas, y las pírricas ofertas que han llegado por el futbolista, el club empieza a valorar seriamente la oportunidad que significaría tener a cuatro buenos delanteros para encarar esta campaña tan dura; además, lo que significaría mantener a un futbolista tan diferente en el ataque como es Zaza. Sin duda, esa es una de las noticias que envían desde el club durante estos días de retiro en las montañas suizas.

El primer entrenamiento serio me dejó la cara de felicidad del surcoreano Kangin Lee por estrenarse en el primer equipo en la pretemporada. La apuesta del club por la cantera es firme y se demuestra con hechos. Tengo que resaltar el mérito de mantener uno de los aciertos del anterior proyecto de Amadeo Salvo, la confianza decidida en la siempre prolífica Acadèmia de Paterna. Ver a tantos futbolistas criados en casa trabajando estos días con el primer equipo -unos convertidos en estrellas y otros con la ilusión de logar el sueño- enorgullece y, sobre todo, refuerza el sentimiento de pertenencia en el grupo, que es lo importante. Algo bueno, que se cocina a fuego lento y debe recordarse.

La llegada de Piccini y la más que probable de Gameiro han levantado una corriente de insatisfacción entre el valencianismo. Leo muchos aficionados algo decepcionados por el nivel de los fichajes, asegurando que esperaban más para este año de regreso a la Champions y, a la par, del importantísimo Centenario. Sin embargo, creo que no están siendo justos, el Valencia, a 23 de julio, mantiene a todos los buenos futbolistas que tenía y, además, ha comprado al mejor del equipo, Kondogbia... y ha agregado jugadores que van a mejorar el fondo de armario y darán muchas más alternativas al entrenador. Si el plan del club termina saliendo como piensan -Guedes, a las órdenes del míster durante el verano y algún refuerzo más que llegue desde un club importante en Europa- habrá fortalecido el bloque del pasado curso teniendo a un Kondogbia a un precio muy inferior al de su valor real de mercado y a un Guedes deseoso de triunfar con la camiseta blanca del Valencia. Las dos malísimas temporadas previas a Marcelino por la mala gestión de Meriton hacen imposible, a día de hoy, tener un plantel mucho mejor que el que habrá a finales de agosto. Sin olvidarnos de la mano de Marcelino y la ilusión de este joven grupo de jugadores de pelear por todo lo que se ponga por delante.

Desde Suiza palpo el hambre de los futbolistas, esas ganas por competir en una temporada maravillosa e histórica para el club. Y todo eso en el fútbol muchas veces es más determinante que los nombres que, a golpe de billetera, no se pueden juntar hoy en este Valencia CF. De hecho, el murciélago ha alcanzado metas mucho más altas de las pensadas cuando lo que se ha hecho es construir bloques desde el primer día, grupos muy trabajadores desde valores como la ilusión y la ambición. Paso a paso. Partido a partido. Esa filosofía que tan bien funciona en equipos como el Valencia o el Atlético para acercarse a los del dinero fácil. Eso, y solo eso, es lo que Marcelino está buscando construir desde ya en esta pretemporada de Crans-Montana.