Después del primer buen partido ante el Galatasaray, la mayoría del valencianismo esperaba el encuentro ante en Lausanne con la confianza de que se verían goles. Sin embargo, el partido fue bastante diferente al primero, porque el equipo no se sintió cómodo en ningún momento ante un rival inferior y muy ordenado. En la primera parte, debutó Cristiano Piccini, viéndose un lateral serio en defensa y de fácil incorporación ofensiva. Lo de ayer no sirve en ningún caso para juzgar al jugador, pero es interesante ver que en apenas 24 horas el jugador ya está en la dinámica como uno más.

Lo mejor de la tarde, los nanos. Jordi Escobar y Kangin Lee dejaron detalles y dieron muestras sobradas para hacer pensar que serán jugadores del primer equipo más a corto plazo que a largo. El delantero me gusta porque juega fácil, siempre ofrece soluciones a los compañeros y mira a portería. Pese a que todavía es muy pronto para verlo en el primer equipo, sí tengo claro que la calma con la que ha jugado en el primer equipo es porque tiene madera de futbolista de Primera.

Si me gusta Escobar, qué puedo decir de Kangin. El surcoreano, en apenas 22 minutos, fue lo mejor del partido. En su debut el asiático disparó en dos ocasiones sobre la meta del Lausanne y en el último minuto de la primera parte, si no hubiera medido mal un control estoy seguro de que hubiera hecho el primer y único tanto del partido. Kangin Lee hizo en Suiza lo mismo que hacía hace un par de años en cadete o el curso pasado en juveniles. Coger la pelota y encarar, driblar, desequilibrar y disparar a gol. Y hacer todo eso en el debut en un primer equipo como el Valencia significa tener personalidad y confiar mucho en uno mismo. Algo que solo está al alcance de los mejores y este chico tiene madera para convertirse en un jugador de talla mundial.

Al jovencísimo jugador asiático no se le borró la sonrisa de su cara una vez finalizado el partido. De hecho, atendió a los siete u ocho periodistas desplazados hasta Suiza con una sonrisa y la palabra felicidad dibujada en su rostro. Y esa felicidad se la provocó haber debutado con la camiseta del primer equipo del Valencia, algo con lo que el jugador había soñado desde que ingresó en la academia con apenas 10 añitos y que ayer se hizo realidad en las montañas de Suiza. El Valencia tiene en Kangin un jugador diferencial, un futbolista al que si se cuida y se le da entrada de manera gradual en el primer equipo estoy convencido que esas ofertas que ha tenido de todos los grandes de Europa en los últimos meses volverán a llegar al club, pero en ese caso ya hablaremos de cifras absolutamente astronómicas. Ojalá cuando llegue ese día, que estoy seguro que llegará, el jugador siga teniendo la misma ilusión y le provoque la misma felicidad jugar en el Valencia CF.