Como dijo el gran filósofo Descartes: «Este, sí; este, no; este, sí; este, no». De ahí viene el término 'descarte', lo saben hasta los niños. Y ese es el aspecto que más nos preocupa a algunos. Visto lo visto, o más bien lo que está por ver, he llegado a la conclusión de que el éxito o el fracaso del Valencia CF en el año de su onomástica va a depender muy y mucho del tacto del entrenador. Es decir, de la psicología, de la inteligencia emocional o, como dicen en mi pueblo „que no es ninguno porque no tengo pueblo„ de la mano izquierda del equipo de trabajo de Marcelino. El gran reto de este club es mantener motivada a la plantilla para que todos se sientan imprescindibles. Hay que evitar moviditas, pero para ello hay que preverlas antes de que pasen.

Margarita

Hasta ahora, estamos leyendo en prensa que los jugadores que cuentan ya lo saben, y los que no cuentan, también, y que por tanto se tienen que buscar las lentejas allende la terreta. Pero, ¿qué pasará si las cábalas no salen, y acaban quedándose los descartes? La margarita de Gameiro es tan tediosa que quita hasta la ilusión. Gameiro, sí; Gameiro, no. El jugador quiere venir, pero de momento ha pisado Singapur y ahora está en Italia, con los rojiblancos. No deja de ser llamativo que estrenemos contra el Atlético en LaLiga, porque eso a priori complica la ligereza en el fichaje y añade incógnitas en las mentes atléticas, como es razonable. Así que, entre eso, y que Zaza no encuentra destino fácil, porque vale lo que vale y el Torino lo ve caro, aunque le guste, la cuestión es cómo recuperas no ya la motivación, sino el talante de un jugador de raza, si se tiene que quedar.

Realidad

Parece que Batshuayi es el deseado, por encima del italiano. Pero, ¿y si no compramos ni vendemos? El problema no estará al principio de temporada, sino en el ecuador, cuando los problemas crecen, y el parón invernal desnuda las carencias del equipo ante la tozuda realidad (todas las temporadas nos comemos un mesecito y medio amargo). Aquí tienen que remar todos, y para eso nadie puede sentirse poco útil. Todos, todos, tienen una misión. Parece de Perogrullo, pero la previsible marcha de Martín Montoya y, sobre todo, el modo en que se produce, viene a dejar claro que el tacto es algo muy necesario. El año pasado, hubo un momento en que acabó jugando los partidos de casa? y sentado en el banquillo en desplazamientos (siempre quise entender por qué).Detallitos

Montoya sabe que no cuenta, y prefiere irse a donde le quieren. El fichaje de Piccini influye, pero seguramente también su sentimiento de rol en el equipo. El club anda sin preocupaciones al respecto, y cuenta con Vezo y Gabriel para reforzar el puesto. Pero, ¿es suficiente? De momento, Montoya jugó en Goodison Park. ¿Fue la respuesta del club a las declaraciones de su representante? El mango de la sartén lo tiene el Valencia, y el Betis debe arrimar el hombro. Bueno, pues todos estos pequeños detallitos, a mitad de temporada, cuando más hay que remar, podrían ser una bomba de relojería. Aunque atendamos la inmediatez deportiva, como el partido de la semana pasada contra el Leicester City, o el del sábado contra el Everton, es importante manejar el factor humano.

Debilidad

Contra los del Liverpool teníamos el precedente de un amistoso en Florida en 2013, con 1-0 para los nuestros (marcó Michel Herrero, ahora en el Real Valladolid). De nuevo Piccini (que ya jugó muy bien en Leicester) centró como los ángeles en el segundo gol. Pero hay que destacar a Rodrigo, a nivel de crack mundial. Dos goles y miles de detalles. Y a Parejo, que se cascó los 90 minutos. Pero hay deberes pendientes. La facilidad pasmosa para encajar dos goles en media hora „que no fueron tres porque Neto se buscó la foto para la colección de cromos de la Liga de este año„deja a las claras que seguimos teniendo el mismo problema del año pasado. Somos frágiles en defensa.

Equipo

Luego, Daniel Wass se sacó un jugadón de la manga, y un gol de antología. Un amigo del Celta me confirma que aún no sabemos lo bueno que es. Todo ello, aderezado con un equipaje señorial, de carácter histórico. Recuerda al de la temporada 94/95, ya saben, el de la final bajo la lluvia de cuyo nombre no quiero acordarme. Se acerca un año para la gloria. La afición está enfervorecida. Se puede llegar a la cifra de 41.500 abonados, aunque habrá que frenar, por aforo general, atendiendo a temas de seguridad en Champions y de número mínimo de entradas para la venta. Solo queda cerrar el grifo de los goles, y mano izquierda con los presuntos descartes, que hasta que no se acabe el zoco veraniego no sabemos si lo serán. El que se quede, tiene que creer en el proyecto a muerte, saber que será imprescindible, más allá de lo que juegue (oye, igual por eso jugó Montoya). Míranos: los aficionados creemos, y no tocamos balón.

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