Parece que la FIFA, el máximo organismo mundial que rige el fútbol, tiene entre sus objetivos el intentar que el dinero que se gasta en él sea más y mejor controlado y, obviamente hay tres líneas claras en los que fijarse: el primero, cuanto se gastan los clubes en fichajes, el segundo los salarios y el tercero lo que se paga a los agentes, ahora intermediarios.

No es un camino fácil porque los mandamases se van a encontrar con distintas trabas. El querer que los fichajes no sean de enormes sumas (recordemos el 'Neymarazo' del año pasado, por ejemplo) no parece tarea fácil. Se habla de un algoritmo que pueda, matemáticamente, fijar el precio de una transferencia.

El problema que nos encontramos, ya de inicio, es que las partes tienen libertad para fijar lo que quieran, tratándose de sociedades deportivas, anónimas o todo el resto de panoplia legal en la que están vestidos los clubes. ¿Cómo va a pretender FIFA que el mercado se fije por ella, sin que exista ningún tipo de autonomía?

No solo eso, que es algo básico en los negocios, sino que la injerencia legal y económica en la que se quiere entrar podría no ser del agrado de los juzgados, tanto locales como de la Unión Europea. Y es que eso de 'fijar' precios por un órgano superior no está bien visto por los jueces, sean de aquí o de la UE.

Se pretende que un equipo de tasadores que sería un órgano de la FIFA, mediante esos algoritmos, pudiera prefijar los precios de los traspasos cuando un club pida a un futbolista. Esto ya lo hizo la Universidad Politécnica de Valencia allá por el 2001, cuando tasó a Fernando Llorente y a David Villa. No sé cómo lo hacían, pero con un algoritmo también. A mí me preguntaron sobre distintos aspectos jurídicos y, me imagino, eso también sirvo para el dichoso precio final que, por cierto, no estaba muy alejado de la cláusula de resolución que tenían.

Por lo tanto la UPV ya lo trató antes que FIFA y, quizá, tengan que preguntarles cómo lo hicieron? De todos modos, aun fijando un precio de traspaso, ¿cómo se van a aclarar cuando haya varios equipos interesados? Es decir, si el jugador X vale Y, pero le quieren tres clubes que están dispuestos a pagar Y todos ellos, ¿a quién se le vende? No será el que ofrezca más, como hasta ahora, o el que primero se haya puesto en contacto. De nuevo, digo, no me parece que se sostenga legalmente.

No se ve clara, a mi entender, esa intención de FIFA de fijar precios, tanto por la libertad que tienen las empresas (clubes) por tratar sus propios asuntos, como por la venta final, por encima del algoritmo, si hay varios equipos interesados... Pero, además, la propia FIFA prohíbe, en su Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores, que haya terceros que tengan influencia sobre el quehacer diario de los clubes, tanto societariamente como laboralmente. ¿Cómo lo van a hacer ahora?

¿O es que la FIFA no es un tercero...? De verdad que, en aras a una buena idea y unas loables intenciones, se mete uno en camisas de once varas. Y, además de eso, sigue de nuevo en las maniobras del organismo la posibilidad de tasar los salarios (el famoso tope salarial) y, también, el que se fichen un número máximo de jugadores por temporada (8 al parecer). Pero, otra vez entra en juego la libertad empresarial y si se pretende un control por FIFA y también por UEFA a través del Fair Play Financiero, lo que no puede ser de recibo es que, asimismo, se traben las posibilidades de negocio de los clubes.

En fin, que se avecinan tiempos difíciles, con intentos de control que, por muy bien intencionados que sean, se van a topar con la realidad del libre comercio y, me temo, habrá mucha pelea jurídica en los próximos años, si el Comité Ejecutivo de FIFA aprueba esta primera idea.

Habrá que ver cómo se intentan salir con la suya y la lucha que los clubes vayan a intentar porque, estoy seguro, eso es lo que va a ocurrir si finalmente la idea se vuelve reglamento. Mientras, y con la lluvia que nos cae encima en este mes de septiembre, no mejor es recogerse en casa y tener un buen libro como amigo. Esta semana recomiendo el libro de María Elvira Roca Barea, 'Imperiofobia y leyenda negra', un ensayo que ha de leerse.

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