We can fight» (podemos luchar) fue el grito de guerra de Fernando Alonso en la carrera inaugural de la temporada. Su quinta plaza en Melbourne hacía soñar. Pero su resultado en el ya lejano gran premio de Australia ha sido, hasta la fecha, lo mejor que el bicampeón asturiano ha logrado con su coche.

El paso del tiempo iba colocando a cada equipo en su lugar y pronto supimos que el cambio de motor, abandonando el problemático propulsor de Honda, no iba a hacer de McLaren un coche de primera división: no se podía aspirar a ganar carreras, ni siquiera a pisar el podio. Solo cabía esperar ser el mejor del resto, el más rápido detrás de los Mercedes, Ferrari y RedBull. Y el mejor del resto fue Fernando durante las tres carreras siguientes a la inaugural de Australia. Después, cuatro octavos puestos -dos segundas plazas en esa segunda división- y seis abandonos. Singapur era tal vez la última oportunidad de brillar e intentar aspirar a alguna plaza entre los grandes.

El año pasado en este mismo trazado podría haberse situado segundo en la tercera curva, pero la carambola de los Ferrari con Verstappen lo sacó de pista. Este año, tras una buena actuación en la crono que le daba la decimoprimera plaza en parrilla y una ventaja con la estrategia de neumáticos, sí pudo cruzar la meta. Y lo hizo séptimo porque ninguno de los grandes falló. En un circuito donde cuentan las manos al volante algo más que la máquina y la resistencia a las altas temperaturas y la humedad son un auténtico infierno para los pilotos, Fernando hizo, como decía tras bajar de su McLaren-Renault, «una carrera mágica». Incluso pudo momentáneamente marcar la vuelta rápida, que posteriormente perdió.

El resultado del español le mantiene en la octava plaza de pilotos, a tres puntos de Nico Hulkenberg, que encabeza esa «segunda división». La atípica pista de este gran premio hace difícil pensar que se pueda llegar a obtener un resultado mejor con su monoplaza en las seis carreras que quedan: en la noche de Singapur puede que Fernando Alonso haya tenido la ultima oportunidad de sacar magia del McLaren-Renault.

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