Un abismo

Más allá de estados de forma coyunturales, la diferencia entre Juventus y Valencia a nivel individual y colectivo es enorme. Una cosa es la Liga y otra querer medirse a los mejores equipos de Europa. En España y salvo con rivales muy contados, con amarrar atrás los días que no salen las cosas tienes el empate casi en el bolsillo. Ante los grandes de Europa, tus carencias no tienen escondrijo. Hay un salto de calidad por inversiones realizadas pero también por estructura colectiva y planteamiento táctico. Si algún iletrado futbolístico todavía se atreve a comparar la plantilla de este Valencia con la que tenía Cúper, lo mejor es que se dedique a ver partidos de pilates.Sacudir el árbol

Marcelino lo intentó todo, consciente de que el equipo se desangraba. Mandó al banquillo a dos calamidades en pantalón corto como Piccini y Diakhaby, puso de inicio a Guedes y apostó por Batshuayi. De tal modo que el día que tu equipo regresa a Champions, acabas jugando con Vezo de lateral derecho. Una situación que roza el esperpento y pone sobre la mesa que el operativo de incorporaciones de la temporada ha sido nefasto. Da la impresión de que los fichajes juegan porque no hay otro al que poner y en algunos casos ni siquiera lo hacen cuando no tienes alternativa, como es el caso de Vezo, al que apenas le alcanza para dar el tono ante lo más débil de nuestro campeonato doméstico y lo tuvimos que ver intentando frenar a Ronaldo.

Severo correctivo

El resultado de todo ello fue un tristísimo regreso a Europa. La Juve pudo marcar unos cuantos antes de quedarse con diez y no pasó ningún apuro cuando jugó con un hombre menos. Enfrente, unos cuantos compañeros de entrenamiento pusilánimes en encefalograma plano y sin un ápice de la tensión competitiva que hizo grande a este club hace cada vez más tiempo. Nadie, ni uno solo de los de blanco, transmitió fe en la victoria. Desde el portero, alicaído en su habitual deambular, hasta Batshuayi, un intento de copia de Zaza que se queda en eso, todos hicieron lo posible por demostrar lo mal que están en lo individual y como equipo. Esta vez, además, ni siquiera se podrá echar mano del árbitro, esa costumbre tan nuestra, para enmascarar el fiasco.Fuera de forma

Con todo, la imagen del Valencia podría haber sido otra. Pero sus pesos pesados están en paradero desconocido, en una forma deplorable y condenable. Dani Parejo culminó su semana de espanto con otro partido en el que no generó una sola superioridad, regalando además el primer gol y viéndose superado por las fieras italianas en cada balón en disputa. Guedes ha llegado directo del sofá del salón de su casa, como si en París no existieran lugares donde salir a correr para estar a punto desde el primer día como exigiría el millonario sueldo que cobra. Rodrigo se precipita más cada partido que pasa, como si buscara un socio que no encuentra. De los nuevos lo mejor que podemos decir es que no pueden ser tan malos como están empeñados en demostrar. Salvo Piccini y Diakhaby, que no parecen tener remedio. Y la defensa, que debería convertirse en tabla de salvación, está para echarse a temblar cada vez que ataca el rival.

Cuerda floja

La reacción debe ser inmediata porque perder en Manchester es un billete directo de vuelta a la insignificancia. El balón está en el tejado de Marcelino, tanto más cuanto que se supone que sobre él pivota toda la planificación deportiva, incluyendo los fichajes. Él sabrá para qué insistió tanto en Kevin Gameiro, por qué no pidió una alternativa a Piccini o los motivos de no dar un solo minuto de descanso a un Parejo que parece incapaz de aguantar el peso de sus calcetines. Y como lo sabe, que le ponga remedio a todo esto o nos volvemos a casa con el rabo entre las piernas como dijo el listillo del Sevilla.

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