En la vida, cuando uno está sumergido en su propio mundo, y las preocupaciones le atenazan por tiempo indefinido, se suele decir que «la vida pasa y te la estás perdiendo». Podríamos decir, en el caso del Valencia, que «la Liga pasa y te la estás perdiendo». Tal como está este campeonato, es una lástima que no hayamos aprovechado la oportunidad en bandeja de plata que nos servían Madrid y Barça para darnos un Centenario glorioso. Pero ahora, todo esto es irrisorio. ¿Qué vemos? Un equipo previsible. Un equipo que no desborda. Un equipo que no se va en el uno contra uno. Un equipo, en definitiva, al que le tienen tomada la medida los rivales. Todos los ojos miran a Marcelino, pero nadie se atreve a decirlo.

VAR

En la víspera del partido, viendo el Celta contra el Alavés, pensaba que para nosotros sería un penar intentar meter un gol a los vascos: «Contra cualquier equipo que defienda con dos líneas y con mortal contragolpe, las pasaríamos canutas». Pues el equipo de Pellegrino fue jarabe de ricino, lo que me temía. 4-5-1, dos líneas infranqueables, y sabiendo que más nos valía marcar pronto o se nos iba a complicar horrorosamente. También es cierto que el Leganés solo tuvo el penalti. El VAR en directo fue una tensión inesperada. Lo de frenar el juego, ver desde la grada cómo se mira la pantalla, esa sensación a chamusquina, que te hueles lo peor... Rompe la magia, claro. Huelga decir que el penalti, es. Pero que hay que pitarlo así, igualito, en el Nou Camp o en el Bernabéu. Pero hablemos de nosotros. ¿Dónde está la velocidad? ¿Dónde, los contragolpes? ¡Damos más pases seguidos que España contra Rusia en el partido en el que quedamos eliminados!

Delanteros

Los delanteros es otro tema que da para tesis. Batshuayi va a su bola. A su trantrán. Nada más salir, su taconcito que no viene a cuento. Más happy que un concierto reggae. Huele a que va a ostentar el rol de Andreas Pereira del año pasado. ¿Está realmente comprometido, o viene de tránsito al Chelsea? Creo en el jugador, sobre todo viéndole con Bélgica, pero en la grada no parece que estemos en lo que hay que estar. Gameiro, por su parte, tuvo dos ocasiones de oro, la segunda de ganar en el minuto 89. ¿Mala suerte o mala definición? Ya da igual. Lleva un gol que valió oro, y si hubiera entrado esta, sería el jugador del mes, pero sólo añadiría humo a un panorama desolador, que taparía la cruel realidad. El gol de Gayà viene empujado por toda la grada, in extremis, y se mete porque rebota en un defensa. ¡Y gracias!

Incógnita

Sé que hay que mirar al futuro, y no al pasado. Pero... ¿dónde está Zaza? Con Rodrigo se apañaba de lujo, y aunque le faltaba calidad y tenía el carácter del capitán Haddock, desde que el italiano salió del once titular, a partir de los dos tercios de liga del año pasado, no levantamos cabeza. Recordemos que el año pasado nos desinflamos muchísimo antes de la hora, y nos mantuvimos por las rentas de un inicio espectacular. Pero si los equipos de Marcelino tradicionalmente empezaron muy fuertes y se fueron desinflando poco a poco, ¿qué incógnita nos espera este año? De momento, en defensa hemos mejorado superlativamente. Eso hay que reconocérselo. Pero no sorprendemos, no desbordamos, no marcamos un gol ni al arco iris.

Cambios

No parece de recibo que Cheryshev, que viene tocado de su selección, siendo duda, sea titular. Y que en el minuto 14 haya que cambiarlo. Y sabiendo que el jugador, que es muy bueno, tiene sus cosillas con las lesiones. Y con Soler en el banquillo. Incluso pudiendo hacer un doble lateral con Gayà y Lato, como en el Bernabéu, alternativa que parece hemos olvidado. Pero obligarse a hacer un cambio en los primeros veinte minutos, como nos pasó hace pocas jornadas con Kondogbia, no parece el planazo del sábado. Sobre todo, con el fondo de armario que tenemos este año. Aunque, más allá de nombres, lo preocupante es que cualquier equipo ordenadito y bien replegado sabe cómo jugarnos. Los getafes, leganeses, alaveses y etcéteras nos causan rotos y descosidos. Hacemos más agua que el Ebro. ¡Espera! ¿He dicho Ebro? ¡Ay!

Champions

Cinco partidos en casa. Cinco empates. Récord histórico. Quiero mencionar cosas positivas, para que no parezca que veo la botella medio vacía. Solo 8 goles en contra en 9 partidos. Las ganas de Gayà. Las ganas de Carlos Soler. El cambio de ritmo de Ferran. Al final, se salva la gente de casa (con la excepción de Coquelin, un jugador chapeau). Por eso lo de que Longoria esté peinando América, ahora mismo, me da sueño. De momento, nada de lo que ha pedido Marcelino le mejora los números de Mina, Zaza y Rodrigo. ¡Y mañana Champions! Un partido en el que nos jugamos todo. Porque es obligatorio ganarlo. Un diagnóstico es que no ponemos la electricidad suficiente para descolocar al rival. Queda mucho. Pero la vida pasa. Y nos la estamos perdiendo.

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