Había una serie happy en los 90 que se llamaba 'Sensación de vivir'. Nos llamaba la atención el nivel de 'pijerío' de sus protagonistas, todo rodado bajo colores azul turquesa y rosa chicle, y la simpleza mental de Brandon, Brenda y compañía. No nos representaba, y por eso mismo no triunfó entre mis colegas, aunque tuvo sus fans. Luego vino 'Melrose Place', que nos ofrecía urbanizaciones con viviendas dúplex en Beverly Hills, con piscinas privadas. Flipábamos en colores con el ritmo de vida, aunque dio ideas a los promotores que diseñaron la burbuja inmobiliaria. Ahora, todos aspiran a vivir así, pero sin ser guapos. Aunque eso es otra historia. El caso es que el Valencia CFExcusas

Un gol del empate in extremis en el último minuto, cuando todo está perdido, debería dejar sensación de victoria. Pero no es así. Deja, como mucho, sensación de seguir vivos, de no estar enterrados, de pensar que aún podemos salvar el año. Pero para eso no basta con seguir haciendo las cosas como las estamos haciendo. De la sorpresa hemos pasado por la indiferencia hacia el cabreo total. La pañolada de Mestalla no debe caer en saco roto. Prefiero analizarla en otro momento, porque me genera muchas contradicciones y tampoco estoy del todo de acuerdo con ella. Es la segunda de la temporada, y va dirigida al equipo en general, y a Marcelino en particular. Quizá por ello, el míster, que sabe mucho, puso a los jugadores a los pies de los caballos, en rueda de prensa. «Soy el máximo responsable, pero no el único culpable» es una forma diáfana de decir: «Este marrón nos lo tenemos que repartir entre todos». Sin embargo, todo suena a excusa. El entrenador no encuentra con la tecla que haga reaccionar al equipo. Estamos en un círculo vicioso, y lo peor es que no tenemos plan B.

Cambios

Cada partido podría acabar con victoria o derrota, a lo loco. Y casi todos acaban en empate. Así, no salen las cuentas€ ¡para mantenerse! Y lo peor de todo es que la frase puede ser un revulsivo, pero también una cerilla en un polvorín. El tiempo lo dirá, pero si la táctica es hacer reaccionar a los jugadores así, es preocupante. Al menos, la crisis de ir perdiendo en casa provocó el milagro de que Marcelino hiciera los cambios un poquito antes de la tónica general. En el minuto 61 retiró a Guedes, que parecía hecho papilla (el gol entró por su banda) y sacó a Cheryshev. Paulista también fue sustituido antes por lesión, que paradójicamente vino bien, porque entró en el campo Diakhaby, que acabó marcando el gol del empateen el último balón al área. Incluso el tercer cambio llegó antes de la hora H, en el 69, y Mina dejó paso a un señor que se llama Batshuayi.

Déjà vu

Este artículo ya lo hemos leído, porque este partido ya lo hemos visto y estas explicaciones ya nos la han dado. Podríamos hablar de que los delanteros tienen la pólvora mojada, pero ya da pereza. Podríamos hablar de que no logramos generar peligro por las bandas, pero lo saben ya hasta los rivales. Podríamos hablar de que no hay un solo jugador que rompa líneas, que desborde o que trace con la pelota diagonales que rompan los sistemas, pero ya no recordamos quién fue el último que nos hizo sentir cosquillas en las tripas, como cuando pillas un bache con el coche cuesta abajo, o simplemente cuando te enamoras. No estamos, sin embargo, tan cansados como para dejar de insistir en que la mayoría de los jugadores no se involucran hasta la extenuación, o quizá pecan de excesivamente fríos. Falta sangre, sudor y lágrimas. Titulares como «es un empate que nos sabe a poco» o «nos vamos jodidos» no calan, ya.

Tensión

Lo de Guedes preocupa. Tener que jugar un partido detrás de otro con el mejor futbolista potencial de la plantilla mermado no tiene lógica. Que se recupere, porque además no es ahora mismo el jugador que marque las diferencias. Aunque nadie discute que sea un jugador diferente. Si estamos tan mal como para no poder prescindir de un jugador tocado, convendría una reunión para replanificar la temporada, hoy mejor que mañana, y ayer mejor que hoy. Ya estamos fuera de objetivos. Sencillamente, este capítulo de esta serie ya lo hemos visto... y sabemos cómo va a acabar. Se lo ve venir todo el que tenga un par de lustros de experiencia en Mestalla's place. El público está siendo más paciente que el paciente inglés. Pero aquí somos más de tensión narrativa, peligro, lucha, sorpresa final y victoria. Sin renunciar a los héroes guaperas, trajes bonitos, coches y lujo€ molaba más 'Corrupción en Miami'.

Más opiniones de colaboradores.