El Caso Chumi lleva camino de convertirse en uno de esos hechos que quedan grabados para siempre en la memoria colectiva de una hinchada.

La flagrante alineación indebida del jugador del filial culé en el encuentro copero que se disputó en el Ciutat ha puesto entre la espada y la pared a los máximos dirigentes de Levante UD, que esperan como agua de mayo una resolución favorable que les permita tapar sus vergüenzas, y una negligencia sangrante -impropia de dos entidades que suman 700 millones de euros de presupuesto- que hubiera pasado totalmente desapercibida si no hubiera sido por una denuncia periodística.

Nunca en la historia

El fútbol también se juega en los despachos, e igual que en el verde, se puede ganar, o perder, pero hay que estar preparados. Como es evidente, no ha sido el caso, y este grave tropiezo, que sólo quedará maquillado para quien obtenga el triunfo burocrático, debe servir como toque de atención para la supervisión de este tipo de situaciones, para que en el futuro no se produzca ninguna lesión de los intereses de un club como el granota, que hace gala de su modernización y profesionalización.

Nunca en la historia del Levante leyeron tantos, tantas circulares federativas, para tan poco, ya que la justicia deportiva no se limita únicamente al ámbito de la Federación, ni se circunscribe a la normativa emanada de este organismo.

Por este motivo, en Orriols -aunque sea a remolque- han hecho muy bien en plantear el agotamiento de todas las vías judiciales, y en fundamentar su argumentación con jurisprudencia de órganos jurisdiccionales cuya competencia supera la de la RFEF.

Enfúndense la toga, porque hay partido.

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