A lo largo del año hemos pasado por una montaña rusa emocional, en nuestra relación entre afición unida y cuerpo técnico. Los resultados eran cerriles, no parábamos de vivir el día de la marmota domingo tras domingo. Hasta tal punto, que las conferencias de prensa eran un disco rayado. Los artículos de prensa eran un copia-pega de semanas anteriores. Las declaraciones de jugadores eran incompatibles con la realidad del campo. Las tertulias en los bares a la hora del almuerzo eran deprimentes. No había solución. En eso sí estábamos todos de acuerdo. Cambiar de entrenador a mitad de proyecto no otorgaba garantías de que la cosa fuera a mejorar. De hecho, suponía abandonar un proyecto a medio construir. Así que, de algún modo, se produjo una unión entre equipo, club y afición, y decidimos seguir luchando.

Cables

Los resultados finalmente están dando la razón a todos. A los que pelean en primera línea, y a las huestes de incondicionales que remamos detrás. Acusábamos de que no sabían encontrar la tecla, pero la tecla ya estaba apretada. Simplemente, el sistema operativo no arrancaba. Como cuando falla el ordenador, y no sabes por qué. O quizá la tecla se ha apretado inconscientemente, sin saber bien qué cables había que unir, y por prueba-error se ha acertado en el momento en el que la bomba de relojería iba a estallar. Como en las películas de Bruce Willis, cuando el edificio está a punto de estallar y decides unir el cable verde con el amarillo, por puro olfato de viejo sabueso. Ahora mismo podemos entrar en Europa

Tradiciones

Lo de la Europa League fue el continuóse del empezóse en Liga. Llegamos a Celtic Park con las botas puestas, dispuestos a dejar impronta. El equipo no se dejó amilanar por el ambiente infernal, por el ruido ensordecedor, por la tradición de sus muros, por su You'll never walk alone tan auténtico y místico como el de Liverpool (tanto que Rodgers, el entrenador, lo fue de los reds anteriormente), por la camiseta con más solera del fútbol de las islas. Parejo tuvo un 100% de acierto en pases. No hay más preguntas, Señoría. La primera parte se jugó al ritmo que él decidió, como cuando en el fútbol de calle se decide lo que se hace en función de lo que decida el dueño de la pelota. Kondogbia fue el fiel escudero al que el año pasado nos tenía acostumbrados. Por fin ha vuelto Mr. K.

Dupla

Otro que está de dulce es Neto, que paró a bocajarro el tiro de McGregor. McGregor...¡qué apellido! Para los que somos románticos, qué bonito es ver que hay cosas que aún no han desaparecido, como un nombre escocés típico de las aventuras del tío Gilito. Aunque cada vez quedan menos. Pero lo verdaderamente sorprendente fue ver en la alineación titular al nuevo fichaje Sobrino en la delantera, acompañando a Cheryshev Y aún fue más chocante ver la inesperada conexión entre ambos, con sendas asistencias y goles. ¿Cómo enfrentarse el rival a una dupla así, cuando ni siquiera los de aquí conocíamos de su existencia y su fenomenal rendimiento? Fue cuestión de instinto del entrenador. O de saber que en el Castilla ya se entendían.

Cambios

Sí hemos dudado en los últimos tiempos de su capacidad para releer el partido a medida que avanzaba, y su nivel de acierto con los cambios. Esto también ha cambiado. Recordemos en el pasado a Parejo comiéndose minutos de más por decreto-ley. Pero en Glasgow, Coquelin le sustituyó en el descanso, en una maniobra poco orquestada hasta la fecha. Y antes de lo esperado, en el '64, entró Guedes por Chery, quien tiene que ir fogueándose con el ritmo de competición. Finalmente, Gameiro entró por el lesionado Piccini. Se podría decir que no estaba previsto, que se le iba a dar descanso, pero aun así es valiente quitar a un jugador de perfil defensivo como el italiano para sacar al francés, con un resultado tan favorable. Marcelino se arriesga a ser espontáneo, y en ese vivero los jugadores le están dando la razón.

Portería

Ante el Espanyol, esta tarde, tenemos la oportunidad de dar un salto de altura. Los catalanes están a solo tres puntos de nosotros, y estamos este año en esa tierra de nadie donde puedes sentirte volar, o estancado en el lodo. La diferencia entre la felicidad y la tristeza a veces es cuestión de un punto, arriba o abajo. Para la contienda, Neto tiene un dedo roto pero quiere jugar. El problema es que el dedo es de la mano, no del pie. Yo, en estos casos, soy partidario de no forzar. Un portero tiene que tener la titularidad garantizada, en casos de lesión, excepción con respecto a sus compañeros. No es un agravio comparativo. Es que su puesto es de máximo riesgo, distinto, único, justo es que tenga ese trato de deferencia. Es la diferencia entre la igualdad y la equidad: no dar a todos lo mismo, sino a cada uno lo que le corresponde. Bienvenido, Jaume. Eso también sería lo justo, ahora.

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