El deporte está lleno de expresiones que han quedado como iconos mediáticos. La que titula este artículo es muy famosa pero no fue más que una reducción de una más larga del árbitro Mejuto González, pero así quedaba mejor.

Allá por el año 1996, en un partido entre el Zaragoza y el Barcelona, que éste iba perdiendo 3-2, el linier del encuentro, Rafa Guerrero, desconocido hasta la fecha pero que hoy es un colaborador de medios de comunicación, debido a ese hecho, le indica a su jefe Mejuto que ha visto algo en el área.

¡Penalti y expulsión!, fueron sus palabras; a las que respondió Mejuto con un «Venga, joder, Rafa, me cago en mi madre, ¿expulsión de quién?».

Frase excesiva que se redujo al ¡Rafa no me jodas!, éste mucho más fácil de utilizar. Fue tanto el éxito que, si oyen radios y comentarios televisivos hoy en día, la frase reaparece cuando hay algún tipo de anomalía disciplinaria. Ahora, con el VAR, podría ser... ¡VAR, no me jodas!

También es reconocida, casi mundialmente, la expresión de Luis Moya, a la sazón co-piloto de Carlos Sáinz, a punto ambos de ganar su tercer mundial de rallyes, cuando se les paró su Toyota a 500 metros de la meta. El «trata de arrancarlo, Carlos, por Dios», de Moya, fruto del estupor y de la desesperación, no fue bastante para que el piloto español lograra poner en marcha el coche y se le quedó la fama de cenizo, cuando lo bien cierto es que ya tenía dos mundiales en el bolsillo. A veces resta en el mente lo más llamativo, aun siendo negativo, que los éxitos.

Todo eso viene a cuenta de las palabras de Sergio Ramos, al acabar el partido entre el Real Madrid y el Ajax de Amsterdam, en octavos de final de la Champions League. Ahí, pasando por el área de prensa, se topó el central madridista con un periodista que le estampó la pregunta clave: ¿la buscaste, no?

Se refería, obviamente, a la tarjeta amarilla que el árbitro le sacó a Ramos en el minuto 88, cuando el marcador reflejaba un 1-2 a favor del Real Madrid y parecía lógico que el madridista buscara su tercera amonestación, que conllevaba un partido de suspensión, que sería el de vuelta en el Bernabéu.

Elemental, querido Watson, diría Sherlock Holmes, pero no tanto, porque la respuesta del camero fue «lo tenía en mente», «lo he decidido así». Cualquiera de estas dos podría entrar ya en el diccionario de expresiones deportivas, junto con las que ya hemos recordado antes.

Y es que la UEFA Esta regla, del artículo 15.1 del reglamento disciplinario de aquélla se puso especialmente para evitar que los jugadores tuvieran en mente «limpiar» su casillero de amonestaciones para llegar libres a otro partido, cuando el inmediatamente siguiente les pudiera parecer fácil.

Así de fácil le debió parecer a Sergio Ramos. Si no ve que haya habido «acto deliberado» para buscar la tarjeta, se quedará en un partido, producto de la acumulación.

Pero, si entiende que forzó la tarjeta para llegar a cuartos sin rémoras, la UEFA le castigará con dos partidos más (o por un «tiempo determinado», una figura algo ambigua, que podría ser de x días y solo llevar un partido...). En todo caso, veremos si el inspector disciplinario le da por pensar en que Ramos sí quiso que le amonestaran y cuál será, en ese caso, la defensa del jugador y de su club.

Viéndole contestar, con una sonrisa y media risa, aconsejaría que utilizara el que lo había hecho con animus iocandi, expresión latina que significa más o menos, que lo hizo en broma y que lo que decía lo era sin que pudiera tomarse en serio. Quizá, con eso, pudiera contrarrestar las frases que utilizó. Y es que los abogados le buscamos punta a todo.

Sea como sea, lo que sí habría que hacer por parte de los clubes es dar unas clases a sus futbolistas, sobre el derecho disciplinario deportivo y las posibles consecuencias de sus actos, dentro o, aquí, fuera del campo. No sería un tiempo baldío sino muy bien empleado y lo agradecerían todos los implicados porque, si hay una sanción, el Real Madrid sufrirá el no poder tener a Ramos en los cuartos.

Y mientras, esperando a la decisión de UEFA, leamos la novela de Benjamín Black (alias de John Banville cuando escribe literatura negra), 'Los lobos de Praga', donde la trama es algo más compleja que un partido de fútbol, pero donde también uno debe tener cuidado con lo que hace... y dice.

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