El Valencia CF jugará en el Benito Villamarín la final de la Copa del Rey que se tenía que haber celebrado en Mestalla. En el año de su Centenario, la RFEF tenía que haber dado muestras de grandeza. Pero, al final, el decorado es lo de menos. Volveremos a Sevilla, como hace veinte años, a comernos un jamón en medio del Parque de María Luisa mientras hacemos tiempo. El Barrio de Santa Cruz será una marea naranja. Las cañas saldrán a la velocidad de la luz en el Coronado, mientras degustamos unas avellanas (que es como llaman con guasa a los cacahuetes) o «le dan una patada a un árbol» (para servirnos aceitunas), o incluso degustamos unos shoshos (los tramusos de toda la vida). En Triana se cantará el 'Amunt València' y recordaremos siempre aquel día de primavera.Maldición

Hace once años desde la Final de Koeman (la llamo así porque el que menos pintaba en ella era él), cuando Villa, Silva, Mata y compañía nos llevaron en alzas, en una temporada en la que teníamos la soga al cuello. El entrenador, que ya de jugador era de aúpa, nos dejó para la galería una frase de esas que te desean lo mejor, una «maldición» que se cumplió con creces. Más allá de que el club era un hervidero, el holandés hizo algunas extravagancias, como enrarecer el vestuario con decisiones polémicas. Cañizares, Albelda y Angulo son tres emblemas del club, porque el tiempo, la historia y los éxitos les han dado esa categoría. Antes, hace 20 años, Mendieta marcó uno de los tres grandes goles de su vida, y en La Cartuja nos volvimos todos locos. Farinós, Cañizares y el 'Piojo' López nos llevaron en volandas.

Semis

Hay que estar muy mentalizados de que esta será una final distinta. No nos salen las cuentas contra el Barça, ni estadística ni científicamente, y muchos habríamos preferido el Madrid, un equipo más irregular, aparentemente, o quizá menos compacto. Aunque yo, desde la final de París, no los quiero ver en una final. No hay que olvidar que cualquiera de esos dos equipos juega a otro reprís en partidos de gloria o muerte, y nosotros tendemos a salir algo abotargados en encuentros así. En los primeros minutos se observará la madurez de un equipo joven y sin títulos en la solapa. Pero aún es pronto para hablar de esto. Es imposible frenar la imaginación, cuando llevas desde 2012 seis semifinales, y no habías podido la recompensa del partido final. Dos de Europa League (2012 y 2014), tres en Copa (2012, 2016 y 2018) y esta.

Recuperados

Del partido, que fue un acoso y derribo por parte de los verdiblancos y un ejercicio de resistencia numantina y salidas a contraataque por el Valencia CF es necesario destacar la evidencia del regreso de dos jugadores que llevaban un año complicado. Rodrigo estaba en boca de todos, por su sequía goleadora y el canto de sirena en forma de billetes que desde el Bernabéu nos llegaba este verano. Pero ha sido 'su' semifinal, y eso amortiza el año entero, porque nos permite soñar, y es la mejor inversión de la temporada si nos dan el título. El otro jugador que estaba en el candelero era Gameiro. Se le acusó de muchas cosas, pero lo cierto es que, tras el mercado de invierno, han llegado los brotes de primavera. La asistencia elegante y sutil del francés en el gol de Rodrigo, con toda la intención, la elegancia en la maniobra, nos puso a todos de pie.Ritmo

No me canso de verla en la repetición. Dije y mantuve que Kevin era un jugador distinto, que nos iba a dar muchas cosas, a poco que le salieran a él las suyas. ¿Qué ha cambiado en el equipo? Desde que nos costara siete jornadas iniciales de LaLiga r, principalmente la mentalidad. Empieza a creérselo, a saber que puede ganar, y ello le permite no ir renqueante tras el marcador como Rocky tras un puñetazo de Ivan Drago. Se recupera, se levanta, como contra el Celtic, y mantiene el ritmo que desea. Desde el partido de diciembre contra el Manchester, pasando por la remontada contra el Sporting, nada parece detener a un grupo que está a muerte con un entrenador no exento de cierta polémica, pero carisma indiscutible.Goles

A partir de ahora, conviene aparcar la adrenalina de la final y centrarse en Liga, para dejar de empatar. El Athletic Club viene a Mestalla con nocturnidad, y se plantea un partido complicado, como complicado es el tránsito del equipo bilbaíno en la Liga este año. En San Mamés quedamos 0-0, lo que vaticina un partido con pocos goles por la forma de jugar de los dos equipos. Peor lo tienen los rojiblancos, que sin Aduriz ven muy mermadas sus opciones de gol. Aun así, no olvidemos que Williams, sin ser un goleador nato, tiene cosas que le hacen muy peligroso. Estuve en su campo el día que se marcó la carrera del siglo, en el 2-0 contra el Sevilla. Tenemos que aprovechar el duende de cara, y dejar claro que este va a ser un año para la historia. Tenemos que creernos que los que damos miedo somos nosotros.

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