Se vio un buen partido de fútbol en Mestalla. Dos equipos que tuvieron su momento por bien que sólo uno tuviera a Rodrigo. Él fue quien marcó la diferencia. Del Valencia se vieron dos versiones. Con la que todos querríamos apabulló al rival y bien pudo solventar la eliminatoria. Con la otra estuvo en un tris de perder incluso la ventaja. Debe servir de lección.

Media hora estelar

El Valencia empezó como una apisonadora. Salió con la chispa que no encontraban los rusos, moviendo rápido el balón y con un Rodrigo extraordinario. Hizo lo que hace Messi, con la precisión del argentino y a la misma velocidad, lo cual está al alcance de muy pocos. En el primer gol recibió por derecha, avanzó hasta la línea de cuatro rival y fue buscando hueco hacia el centro para disparar con la zurda con efecto al palo largo. Fue tan espectacular que pone en su lugar a Messi, que ha metido centenares como ese sin que, seguramente por eso, le demos el enorme mérito que tiene. El segundo de Rodrigo vino de un certero pase de la muerte al punto de penalti del lateral izquierdo, en este caso Lato y no Alba. Y solo le faltó la asistencia fina, certera y demoledora, pero no fue culpa suya. Gameiro falló a la media hora, solo a dos metros de portería, encontrando muñeco donde solo había gol, una de esas ocasiones que a Messi no le suele fallar Suárez. En esa jugada, iniciada por un Guedes al galope, recordó el Valencia a su mejor versión reciente. Y con ella, con ese error incomprensible de Gameiro, entraron los de casa en un pozo del que ya apenas pudieron salir.

El paso atrás

Todo parecía tan fácil que entre todos decidieron tomárselo con calma y pensar, quizás, en lo mucho que se avecina. Los rusos, que hasta ese momento parecían no saber por dónde andaban, se vinieron arriba. No tienen malos jugadores. Con un fútbol parecido al de Español o Real Sociedad, que han empatado aquí hace poco, cuentan con mimbres suficientes para pintarte la cara si no pones ganas y pierna suficiente. El Valencia no las puso y un despiste de Piccini hizo justicia a lo que sucedía y colocó la eliminatoria en el alero. Como en casi todo lo que le pasa al equipo, fue en el centro donde cambió la marea. Parejo decidió bajar el ritmo y administrar la diferencia, circunstancia justificada en algún caso, pero que exige mucha experiencia y futbolistas acostumbrados a ello. Justo lo que no tienen los suyos. Cuando se quisieron dar cuenta, los rusos tocaban y tocaban y además ganaban todos los balones divididos. En Europa a estas alturas uno no se puede poner a elucubrar ni creer que ya está todo hecho, como bien sabe Sergio Ramos.

Guedes

Cuestionable de nuevo la suplencia de Cheryshev, que está bastante mejor que Guedes y además le ofrece más al equipo. En el fútbol de alto nivel, el futbolista que llega de lesión se tiene que ganar el puesto entrando al final, nunca dejando en el banco a quien demuestra estar en mejor forma. Si lo que se quiere es evitar que la ansiedad acabe por vencerlo, darle tantos minutos cuando aún no está bien no es el mejor camino.

El final

Agotados ya los rusos en el tramo final, tuvo aún el Valencia quince minutos en que buscó rehacerse, pero no encontró con qué. Arriba ya no estaban Rodrigo, cuya ausencia pesa aquí tanto como la de Messi allí, ni Gameiro sino Mina y Sobrino. Y no, no es lo mismo. Ni muchísimo menos por mucho que Luis Enrique, un humorista metido a seleccionador, haya incluido a Mina en la lista de cuarenta seleccionables..