Sin pena ni gloria y salvados por la campana. Difícil pensar que los futbolistas del Valencia hayan regresado de Rusia con la satisfacción del deber cumplido. En un partido mediocre, pésimamente planteado por su entrenador, estuvieron siempre caminando sobre el alambre del gol ruso, que llegó en un momento que parecía tan definitivo como justo castigo a la racanería visitante. Jugando así no se va a ninguna parte.

El Valencia del Cholo

Es de suponer que Marcelino no vio al Atlético de Madrid hacer el ridículo en Turín. Si lo vio, no es de suponer sino evidente que no se dio por aludido. El contundente mensaje que para el fútbol ultraconservador y ramplón que preconiza el Cholo significó el triplete de Cristiano debería haber puesto sobre aviso a más de un aprendiz de discípulo de Simeone. El aviso no pareció llegar a Krasnodar. Y así desde el principio vimos al Atlético Valencia marcar las dos líneas de cuatro bien juntitas y retrasadas, no fuera que a Neto le diera un ataque al corazón, a Kondogbia y Coquelin llevando la manija a trancas y barrancas y, de postre, a dos virtuosos del balón como Sobrino y Mina con el cuchillo entre los dientes para pelearse con la defensa rival. Poco o nada bueno podía salir de ahí.

Cero creación

El partido fue un correcalles y el fútbol practicado de bajísima calidad. Los rusos dan para lo que dan, que fue suficiente para merodear el área de Neto y terminar por desperdiciar sus acercamientos casi siempre. Pero quedaba la sensación de que en cualquier momento allí podía pasar algo: un penalti tonto de Gayà -que volvió a lucirse-, un gol tras saque de esquina o un rebote de esos que te dejan cara de tonto. Frente a eso, del Valencia poco se sabía. Apenas Cheryshev conseguía sacar a los suyos de la absoluta atonía con algún desborde y unos cuantos centros al área con intención. La apuesta por los mediocentros franceses resultó una calamidad. Coquelin anduvo desaparecido de principio a fin y lo de Kondogbia volvió a rozar la lástima. Cualquier parecido entre este Kondogbia y el del año pasado es mera y triste coincidencia. Se llegaba de vez en cuando a portería contraria pero más porque los rusos buscaban el partido sin pliegues ni hipotecas y se descuidaban atrás que fruto de algo cercano al fútbol.

Parejo CF

ParejoNo deja de ser curioso que todavía exista quien discuta a Parejo. Su ausencia no es que sea importante, es que desarma al equipo de arriba abajo. El pésimo estado de forma tanto de Kondogbia como de Soler, sus posibles reemplazos, dejan pocas alternativas a su entrenador, que, lógicamente, ni siquiera se da por aludido ni baraja, siquiera remotamente, alternativas arriesgadas o novedosas. Hasta aquí hemos llegado con el cerocerismo y los veteranos y de aquí saldremos, o no, agarrados a lo mismo.

Ridículo arriba

El Valencia CF no puede ir por Europa con Mina y Sobrino en la delantera. No es cuestión de dinero o no dinero, es cuestión de prestigio. Si no te alcanza para poner en el campo a futbolistas que den el nivel, echas mano a los chicos que vienen de abajo y, al menos, no haces el ridículo. Si todos estos nuevos fichajes que se han anunciado van en la línea de Sobrino, apañados estamos.

Jugar con fuego

Jugar con fuego es peligroso. Resulta excitante y el aficionado lleva dos alegrías inesperadas a última hora en cosa de cuatro días. Pero te acabas quemando. Siempre. Y por mucho que la estadística muestre que el Valencia acumula victorias en estas últimas semanas y que ha eliminado al Krasnodar, lo cierto es que las sensaciones no han variado mucho respecto a hace unos meses. La victoria igual puede caer de un lado que del otro y eso es algo que no se puede permitir quien viene de atrás y tiene que remontar por no haber hecho los deberes.