En los últimas semanas con la remontada del Valencia CF en Liga, la clasificación para la final de la Copa y la ilusión europea latente en cuartos de Europa League se me viene mucho a la memoria la figura de Mateu Alemany. Me pongo en su piel cuando Diakhaby empató en el último minuto el partido ante el Sevilla FC en Mestalla y sabía que el máximo accionista, Peter Lim, afilaba ese día en su palco privado, la guillotina para destituir al técnico asturiano, Marcelino. En aquel momento la idea del singapurense era firme y tenía la intención de cambiar al entrenador porque no entendía que el rendimiento del equipo fuera el que era tras haber hecho una inversión de más de 100 millones en fichajes durante el verano.

Y ahí es donde me pongo en la mente de Alemany y valoro la complejidad de la decisión que tomó. El balear se puso de escudo de Marcelino y defendió hasta las últimas consecuencias el trabajo del cuerpo técnico y afirmó durante un mes ante el máximo accionista que el camino pasaba por aguantar al entrenador. Lo dijo a principios de diciembre en Valencia y todavía más valiente fue cuando se cogió un avión a Singapur a principios de enero y tras perder en Vitoria, Gijón y empatar en casa ante él Valladolid el equipo parecía habérsele caído definitivamente al entrenador. Allí, en Singapur, Alemany puso su cargo encima de la mesa y lo vinculó al del asturiano. Pidió un voto de confianza y paciencia argumentando que un proyecto que había funcionado hasta unos meses antes no se podía dinamitar cuando todavía faltaban tantos partidos por disputarse.

Lim cedió, Lim confió en el balear pero la realidad es que Alemany con su apoyo a Marcelino puso su cargo en juego porque de haber salido bien ese refuerzo sobre el asturiano es muy posible que hubiera supuesto un desgaste muy grande para su figura dentro del club y sobre todo de cara Meriton. Ahora, tres meses después aquel movimiento de Mateu se ha demostrado bueno y coherente con todo lo hecho en verano. El equipo ha recuperado una versión muy competitiva y ha mejorado muchísimo con los mismos métodos de trabajo que al principio no funcionaron. Es mérito de Marcelino y hay que decirlo tan claro como había que decir que el asturiano no fue capaz de tocar la tecla correcta para que su plantilla rindiera en la primera vuelta.

A falta de ocho jornadas para el final de la Liga el Valencia CF visita Vallecas con la opción de ponerse cuarto al menos hasta el domingo cuando el Getafe se enfrente en el Coliseum al Athletic Club, que se ha metido de lleno en la pelea de Champions. Después de una temporada muy regular y con infinitos empates el conjunto valencianista ha cogido velocidad de crucero y parece ser el equipo que mejor llega a este tramo liguero para lograr la cuarta plaza. Y como decía antes, del mismo modo que dije y de manera muy crítica que el entrenador no había sabido manejar una plantilla Champions, ahora digo que el mismo entrenador con sus mismos métodos ha sido capaz de darle la vuelta al calcetín y ha convertido a su equipo en uno de los más fiables del viejo continente. El único pero es la definición en tres cuartos de campo, ahí es donde este Valencia CF se sigue atascando y dejándose muchas opciones de ser un equipo realmente temible.

Las victorias ante Sevilla y Real Madrid han supuesto un espaldarazo definitivo para la moral de los valencianistas y el equipo está a tiempo de hacer historia en una temporada que comenzó con muchos problemas y que llegó a parecer una campaña perdida por allá por el mes de enero. Hoy todo eso es historia y se va a disfrutar de dos meses mágicos. Todo eso llega por la paciencia de Mateu.